miércoles, 17 de agosto de 2011

Memorias de Verano - XLVIII

Una de las repetidas obligaciones que siempre atendí con gusto fue la visita a la sede habitual o a los estudios improvisados de los medios de comunicación durante los días de la feria de Málaga. El Diario SUR mantiene durante todos los años La Rotativa, en el recinto de Cortijo de Torres, y una de las consecuencias de atender la invitación a la misma era la entrevista en Canal Málaga TV, antes de su desaparición, y en Punto Radio, tras su aparición. En los años en los que fui Presidente de la Diputación pasé también varias noches por el estudio de PTV en el real de la feria. A pesar de que en varias ocasiones coincidí en la Caseta Oficial con el tiempo de emisión de Onda Azul, la cadena de televisión del Ayuntamiento de Málaga, nunca recibí indicaciones para aparecer en alguno de sus programas. Ellos dicen, igual convencidos, que practican una política informativa imparcial. Por la mañana y el mediodía, en el Centro, eran habituales las visitas y atención a los profesionales de La Opinión de Málaga y Málaga TV en sus sedes permanentes y en los estudios instalados en la Plaza de la Constitución o aledaños de calle Larios atendí durante todos los años las invitaciones de las radios Onda Cero y COPE. Punto Radio también emitía su programación de mediodía desde la Acera de la Marina. La cadena SER emitía sus programas especiales de feria desde lugares diferentes cada año y, antes de su desaparición, Localia TV lo hacía desde sus estudios de Teatinos. Empezaba este relato manifestando que siempre atendí con gusto la invitación de los medios de comunicación en feria y era así porque con su esfuerzo de programación contribuyen a dar realce a una actividad de carácter festivo, pero de mucha relevancia económica, lo que es de agradecer por las instituciones públicas, y porque la amable generosidad de los anfitriones hacía olvidar el calor que se pasaba “corriendo de un lugar a otro”. Y si el día era de terral…

Algunos años, Canal Sur TV emitió un “magazine” de sobremesa, en directo, desde la caseta de la Federación de Peñas La Alcazaba, en el que junto a reportajes de las actividades festivas y actuaciones musicales ofrecía entrevistas con responsables de las instituciones locales y provinciales, así que allí tuve una cita fija mientras se mantuvo el programa. Y siempre hubo una mañana, en cada feria, que acudí al estudio de Canal Sur Radio en la Plaza de la Constitución. En la mañana del diecisiete de agosto de dos mil cuatro, para responder a las preguntas que a bien tuvo hacerme Pepelu Ramos.

Cuando estábamos preparando la primera edición de “Málaga en flamenco” en su versión de bienal, coincidíamos en la necesidad de procurar una suficiente cobertura por parte de los medios de comunicación, tanto en la información previa de la programación, la transmisión de los espectáculos y la posterior crónica y crítica de los mismos. Se trataba no sólo de llegar a capas de la población más amplias de las que pueden catalogarse como aficionadas, sino de difundir en la sociedad malagueña los valores culturales del arte flamenco y las posibilidades que el tratamiento adecuado del mismo aporta al atractivo de nuestra oferta turística. Téngase en cuenta que estamos hablando de una provincia que pese a tener un pasado de importante protagonismo en el período de conformación y primer esplendor del flamenco, después del primer tercio del siglo XX había entrado en una etapa anodina y de un tiempo en el que las actividades relacionadas con nuestro arte apenas si merecían un “breve” en cualquier medio escrito. Por ello, los acuerdos a los que llegamos con los medios de comunicación supusieron un revulsivo de primera magnitud, que sacó del letargo a muchos aficionados y acercó el flamenco a quienes a través de las informaciones periodísticas tenían conocimiento de él. Durante los sesenta días de duración de la primera edición de Málaga en Flamenco, todos los medios escritos de la provincia le prestaron una atención extraordinaria, con una página diaria en casi todos ellos y dos en algún caso. Las radios también se hacían eco de las actividades, facilitando información sobre tipo de espectáculo, artistas intervinientes, lugar y hora de celebración…y al día siguiente daban cuenta del desarrollo del evento.

Uno de los convenios más efectivos fue el firmado con RNE, que a través de sus emisoras retransmitió, bien en directo o en diferido, la totalidad de los espectáculos que conformaron la programación. El diecisiete de agosto de dos mil cinco se trasladó a Málaga Pedro Piqueras, extraordinario comunicador ocupado por aquel entonces en la tarea de dirigir la radio pública estatal. Por la mañana, atendimos a los medios de comunicación en la sede de la Diputación y, después de dar un paseo por el Centro, terminamos la jornada de feria en La Malagueta.

El tres de agosto de mil novecientos noventa y nueve tomó posesión Juan Fraile del cargo de Presidente de la Diputación. La primera indicación que de su parte recibimos quienes conformábamos el Grupo Socialista fue la de que a partir de entonces éramos responsables de la institución y que la única y principal de nuestras ocupaciones había de ser la de gobernar los intereses de la provincia de Málaga y de los malagueños. Dimos por hecho que el gobierno que nos precedió, junto a los aciertos, había cometido errores, pero no perdimos un solo minuto en publicitarlos ni nos entretuvimos en levantar las alfombras. Nuestro horizonte no era otro que limpiar las cargadas de polvo y ponerlas nuevas donde fuesen necesarias. Pero si todos, partidos políticos y ciudadanos, actuásemos de la misma manera, no sería posible la comparación. Lo cierto es que el tono de respeto institucional de quien me precedió en la Presidencia de la Diputación me incitó a ponerlo de manifiesto en cuanto fuese posible, y de manera especial en el trato dispensado a quienes desde el inicio de la democracia local tuvieron la honrosa responsabilidad de presidir el gobierno de la provincia. Intentando siempre que no se advirtiese diferencia alguna en la relación con quienes son mis compañeros de partido y la mantenida con el único que, hasta el pasado veintitrés de junio, había pertenecido al Partido Popular.

Siendo la feria taurina uno de los actos festivos de mayor relevancia con el que todos los que han sido presidentes han debido implicarse por causa de la propiedad de La Malagueta que ostenta la Diputación, introduje la costumbre de invitarles a presenciar una de las corridas. En la celebrada el diecisiete de agosto de dos mil seis no estuvieron Luís Pagán, prematuramente fallecido, ni Antonio Maldonado, a quien por sus frecuentes viajes a China fue imposible localizar. Así que con Enrique Linde, Luís Vázquez, José Mª Ruiz Povedano y Juan Fraile compartí el burladero desde el que seguimos el proceder sobre el albero de Enrique Ponce, Salvador Cortés y El Capea.