lunes, 28 de noviembre de 2011

De lo nuevo y de lo viejo

Dos días después de que los malagueños aprovecharan las Elecciones Generales para reiterar en urna el distanciamiento con el Partido Socialista Obrero Español, los dirigentes de éste en la provincia, en vez de al Comité Provincial, convocaron a los secretarios generales de las agrupaciones locales, que no es órgano estatutario y no tiene capacidad ejecutiva alguna, pero que es predecible en sus respuestas y más fácil de controlar, por tanto, que aquél, plural en razón de las diversas vías por las que a él acceden sus integrantes.

Me cuentan que no pasarán a formar parte del inventario de muestras de sentido común muchas de las intervenciones de los asistentes y que otras, desde el mismo momento en el que las dieron a conocer sus deponentes, pasaron a ser tomadas como ejemplo de lo fuera de lugar que resulta la adulación cuando lo que se precisa es reflexión y coraje. Me dicen que un secretario general, comprometido y noble, que son valores que le avalan para opinar en cualquier foro, y militante, por lo que tiene en el Partido el ámbito natural para hacerlo, manifestó su convencimiento de que ahora toca lo nuevo porque a lo antiguo ya se le pasó el momento. No son las anteriores palabras idénticas a las por el joven compañero pronunciadas pero recogen el sentido de lo que dijo, según asevera quien me informa.

No pongo en cuestión los méritos del compañero, pero entre ellos no está, por imposibilidad biológica, la experiencia, y esa falta, junto a la de voluntad de suplirla sacando a juego la prudencia, le inspiró un discurso más sectario que integrador, más de complacencia que de inquietud por la situación del Partido en nuestra provincia. El recorrido vital del compañero, corto todavía por fortuna para él, no debería impedirle apreciar la incongruencia de su discurso, en tanto compartimenta lo nuevo y lo antiguo no con base en criterios objetivos sino en razón tan sólo de empatías en el plano personal y de estrategias compartidas en el político. Es decir, que para el compañero son antiguos todos los militantes que están fuera del círculo que él y sus afines han delimitado y nuevos e impolutos quienes del círculo han hecho su reducto. Seguramente entenderá también que son correligionarios sólo los que de trincheras adentro permanecen y que los de fuera no son más que intrusos de mente trasnochada e intenciones perversas. Este joven compañero es uno más de los hoy numerosos transmisores de un mensaje dictado que copiaron sin levantar la cabeza y más pendientes de aprenderlo de memoria, para repetirlo de manera mecánica a instancias de los inspiradores, que de comprender el contenido y lo que el mismo comporta de debilidad en la salud del Partido.

Me preocupa como ciudadano y me duele como militante que compañeros como el protagonista del relato, jóvenes, académicamente formados, con espacio para el desarrollo racional de sus capacidades en el ámbito político, desaprovechen la oportunidad que les ha sido ofrecida y la dilapiden en favor de una práctica de puertas adentro que contradice la que es razón de ser de una formación política. Los años de militancia me han dado para conocer una casuística amplia y diversa y para no sólo discriminar lo nuevo de lo viejo, sino para participar de manera decidida en la construcción de los dos escenarios dentro de la estructura orgánica del PSOE y el correspondiente traslado a la sociedad a través del gobierno de lo público. Creo por ello haber alcanzado el criterio suficiente para determinar lo viejo y lo nuevo y lo expreso sin más pretensión que la de evitar que otros compañeros incurran en algunos de los defectos que lastraron la labor política que he venido desarrollando durante dos décadas y media.

Es un error recurrente pensar que lo nuevo y lo viejo en política es expresión mimética de la edad de los protagonistas. Y es ese un punto de vista muy estrecho para lo que la sociedad espera de nosotros. Pienso que lo nuevo en el PSOE, aquí y ahora, nada tiene que ver con la biología y que sí lo es, por encima de las circunstancias de quienes lo promuevan, la voluntad de oxigenar las estructuras organizativas profundizando en la democracia interna, la capacidad de integrar a toda la militancia ubicando a cada compañero en el lugar adecuado, la intención de valorar el mérito y no la docilidad, la generosidad para atender la aportación de la experiencia de los veteranos y la valentía para ofrecer oportunidades a los jóvenes. La sensibilidad para escuchar el mensaje de los ciudadanos y actuar en consecuencia, el compromiso con las capas de la sociedad más necesitadas de la intervención de los poderes públicos, la corresponsabilidad entre el discurso y la acción política, la decidida intención de tener los ojos, los oídos y los pies en la calle, el ejercicio de la política con razón y con sentimiento, también lo es.

Tengan la edad que tengan sus actores, será la más vieja de las prácticas políticas la que persiga el poder interno a partir de la construcción y dominio de una red clientelar basada en la distribución indiscriminada de favores entre los afiliados, la que evite el debate y minimice hasta casi la nada el papel de los órganos estatutarios, la que persiga a los propios militantes en función del modelo de partido que defiendan, la que utilice la táctica perversa de enfrentar a unos con otros esparciendo la maledicencia, la que ahueque el ala ante las dificultades, la que socialice los fracasos y patrimonialice los éxitos, la que mire siempre para el lado opuesto al de la responsabilidad, la que ignore el papel integrador del diálogo, la monolítica, la que sustituya el respeto y la autoridad por la ofensa y la imposición, la que confunda unidad con uniformidad.

Juzgue el interviniente en la reunión de secretarios generales del martes pasado al que vengo refiriéndome y quienes con él comparten opinión, si la dirección provincial del Partido Socialista Obrero Español de Málaga, en estos momentos, representa lo nuevo o lo viejo en la relación que viene manteniendo tanto con la militancia como con la ciudadanía a la que, sobre todo, nos debemos.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Una mentira no se convierte en verdad por más que se repita...

… pero puede inducir al engaño a quienes no conocen la inconsistencia de lo indebidamente afirmado por otros. Así sucede con algunas falacias que propalan dirigentes del PSOE en Málaga, con la despreciable intención de desacreditar a miembros de la organización que no aceptan comulgar con ruedas de molino ni validar métodos y comportamientos que han abierto una brecha cada vez más amplia entre la sociedad y el partido que más respaldo ciudadano ha tenido en esta provincia desde la instauración de la democracia. No se olvide que, incluso teniendo en cuenta el resultado del pasado domingo, el Partido Popular está muy lejos de alcanzar el porcentaje de votos que el PSOE ha tenido en algunas Elecciones Generales en Málaga.

Una de esas mentiras repetidas es la que tiene que ver con la desafección que los críticos tienen respecto a José Antonio Griñán, tanto en su condición de Presidente de la Junta de Andalucía como de Secretario General de la Comisión Ejecutiva del PSOE de Andalucía. La impudicia de la cúpula dirigente del Partido en Málaga le permite culpar a quienes no siguen sus dictados hasta de intentar reproducir las plagas bíblicas, con tal de esconder la falta de argumentos con los que responder a las críticas razonables y fundamentadas de quienes se muestran más preocupados por taponar la sangría que afecta al Partido que por defender, de manera numantina, particulares posiciones de privilegio.

Que denuncien con pruebas los irresponsables dirigentes provinciales del PSOE siquiera una ocasión en la que un militante del socialismo malagueño no adscrito a sus caprichos haya cuestionado el liderazgo de José Antonio Griñán. No podrán hacerlo porque es mentira lo que afirman, con la pueril intención de guarecerse bajo el manto de quien, gozando del respeto de toda la organización, no merece el intento de patrimonializar su figura por una parte de la misma. José Antonio Griñán no es el primo de Zumosol de Heredia y Conejo sino el Secretario General de todos los socialistas andaluces y el Presidente de todos los andaluces.

Si la corriente crítica contra la dirección provincial hubiese tenido en algún momento dudas respecto al papel que juega y ha de jugar el compañero Griñán lo habría evidenciado en el Congreso Provincial Extraordinario que el 6 de marzo de 2010 se celebró en Mijas para elegir a los delegados que, una semana después, participaron en el Congreso Regional Extraordinario que eligió Secretario General del PSOE de Andalucía a quien sigue siéndolo. Ni en Mijas ni en Sevilla hubo la menor oposición a la investidura como líder de los socialistas de quien ya tenía idéntica consideración en el ámbito institucional. De la misma manera que no la ha habido desde entonces, por más que haya quien se empeñe en sembrar la insidia afirmando lo contrario.

Cuando el pasado 14 de Junio se reúne en la Venta Los Caballos, de Álora, un grupo de socialistas preocupados por los adversos resultados de las Elecciones Locales celebradas unas semanas antes pero, sobre todo, por la cuesta abajo por la que de manera irrefrenable se desliza un partido que se comporta con base en una estrategia insensible a lo que exige la ciudadanía, cuando no contrapuesta, el documento que se remite a la Comisión Ejecutiva Provincial manifiesta en su punto primero el “apoyo de los socialistas malagueños a los órganos de dirección autonómico y federal del Partido, reiterando el respeto y la confianza política al Secretario General de los socialistas andaluces y Presidente de la Junta de Andalucía, Pepe Griñán, y al candidato a la Presidencia del Gobierno, compañero Alfredo Pérez Rubalcaba, sin que nos mueva objetivo inmediato de mayor interés que trabajar para que el PSOE gane las próximas Elecciones Autonómicas y Generales”. Que señalen los acusadores a alguien, de entre los opuestos al absolutismo de la cúpula dirigente del PSOE de Málaga, que se haya retractado de la anterior afirmación.

Quienes por servir sus intereses hacen de la mentira el programa básico del gobierno de una organización son, como dirigentes y como personas, insolventes e indignos y están invalidados para la representación política, porque sus mentes retorcidas y sus falsos argumentos son la prueba de un ADN antidemocrático.

martes, 22 de noviembre de 2011

No he de callar

El ocho de mayo del año corriente, tras una comparecencia ante la prensa para presentar la inauguración del Foro del Interior que tendría lugar al día siguiente en Antequera, el Secretario General de la Comisión Ejecutiva Provincial del PSOE me invitó a pasar a su despacho y, con el mismo cinismo que le delata ante cualquiera que sepa leer en los ojos, enfatizó su voluntad de que en las entonces próximas Elecciones Generales fuese yo el número uno de la candidatura al Senado por la provincia. Le contesté de igual manera que, ante sus múltiples ofrecimientos, lo había venido haciendo los dos años anteriores y haciéndole ver, por tanto, que no tenía intención alguna de hablar sobre mi futuro político hasta que, dos semanas después, se hubiesen celebrado las Elecciones Locales.

El veinticinco de mayo de este mismo año, una vez celebradas las Elecciones Locales, ante los micrófonos de la cadena SER, manifesté mi convencimiento de que los desastrosos resultados obtenidos por el Partido tres días antes aconsejaban que la dirección provincial promoviese medidas de fortalecimiento de la organización como primer paso para intentar recuperar el vínculo con la sociedad, roto sin paliativos en razón del comportamiento en urna del electorado. La respuesta de Heredia fue montar en cólera y hacerme llegar, a través de terceras personas, la amenaza de que, si persistía en mi actitud crítica, dejaría sin efecto su ofrecimiento del ocho de mayo. Ignoraba el Secretario General que soy un militante comprometido con el PSOE y que, por tanto, lo que entiendo bueno para mi partido lo tengo en mayor consideración que lo que me pudiera favorecer. Como las actitudes napoleónicas del personaje en cuestión nunca me han atemorizado, procedí a preparar junto a otros compañeros una reunión de militantes preocupados por la deriva de la organización en Málaga, dando por supuesto que el ofrecimiento de encabezar la candidatura al Senado, que ya entonces había quedado claro que me hizo con el reprobable afán de comprar mi silencio, se lo podía meter por donde más placer le procurara.

Diez días después de esa reunión antes mencionada me reincorporaba como maestro en la escuela del pueblo en el que resido. Y en ella sigo, con la firme voluntad, manifestada a quienes más deseo tienen de que así suceda, de ser leal a la intención de no volver a ocupar cargo alguno de representación ni orgánica ni institucional. Pero nada me apartará del compromiso con un Partido al que tanto debo, al que tanto agradezco, al que tanto me une y del que tantos servicios a la sociedad española, en el presente y en el futuro, espero. Por ello, en la única condición de ciudadano de base y de militante de pleno derecho por estar al corriente en las obligaciones con el Partido, no callaré ante lo que advierta como perjudicial para él.

La responsabilidad y la unidad, imprescindibles para la cohesión de un grupo, están siendo manoseadas, tergiversadas y utilizadas como escudo por los dirigentes actuales del PSOE en Málaga. La primera no puede ser entendida como sinónimo de silencio impuesto a los militantes, de complicidad ciega con los postulados de la dirección, de conformidad indolente con la marcha descendente de una organización que pierde apoyo ciudadano a un ritmo insostenible. De la misma manera, cuando no se actúa en la dirección de compactar el Partido, de escuchar la voz de todos, de respetar la experiencia y la entrega de los compañeros, de contar con todos para fortalecer la estrategia de cada momento, la invocación a la unidad no deja de ser un recurso dialéctico, huero e insultante para quienes en el seno de la organización soportan la marginación, cuando no el acoso.

No he de callar ni he de escuchar un solo minuto más las voces de quienes llaman a la responsabilidad y a la unidad porque les da vergüenza llamarnos a la defensa de sus ventajosas posiciones actuales o a la alianza para conquistar las que ambicionan. No he de callar porque estoy convencido de que la más irresponsable actitud en estos momentos es la que nos lleva a esconder la cabeza bajo el ala, a seguir encerrados en nuestro propio mundo, buscando culpas fuera de él, fuera de nosotros mismos, rechazando la mirada crítica, más necesaria ahora que nunca. No podemos seguir en el camino del análisis equivocado, inspirado en la más extrema mendacidad, que ha hecho hoy en la reunión de la Comisión Ejecutiva Provincial su Secretario de Organización, afirmando que las cosas no han cambiando tanto para los socialistas en Málaga con relación a las Elecciones Generales de dos mil ocho, puesta que en aquella ocasión, al igual que el pasado domingo, fue en nuestra provincia donde el PSOE obtuvo el peor resultado, después de la de Almería. Se olvida tan sagaz analista de que en aquella ocasión el PSOE estuvo cuatro puntos por encima del Partido Popular y ahora estamos dieciocho por debajo.

Ante el presente estado de cosas no he de callar, consciente de que mi voz a nadie representa, pero que es la voz sincera de un militante al que le duele todo el daño que la inacción en la derrota le causa al Partido Socialista Obrero Español, al mismo que durante tantos años ha gozado de la confianza mayoritaria del pueblo español, identificándose ante él con el entrañable símbolo que en la pasada campaña electoral los profesionales del marketing y el diseño han robado al sentimiento de miles y miles de electores que, desde que se ha podido votar en el presente período democrático, han reclamado para hacerlo “la papeleta del puño y de la rosa”.

No he de callar por más que, como en la Epístola Satírica de Quevedo, avisen silencio o amenacen miedo.

martes, 1 de noviembre de 2011

Dicho queda

En atención a las proclamas de los dirigentes del Partido Socialista Obrero Español en Málaga exigiendo el esfuerzo de cada uno de los militantes y la unidad de la organización en el objetivo de ganar las elecciones en la provincia el próximo 20 de Noviembre y considerando que quizás pueda ser de interés mi aportación en la ya inminente campaña electoral en razón de las más de dos décadas y media en las que desde los ámbitos orgánico e institucional he servido al Partido, asumiendo durante veinte años la Secretaría General de la Agrupación Local de Ardales, siendo titular de la Secretaría de Política Municipal de la Comisión Ejecutiva Provincial cuando en 1999 recuperamos el gobierno de la Diputación Provincial y de la Comisión Ejecutiva Regional cuando en 2003 ganamos las elecciones locales en Andalucía al Partido Popular, ejerciendo durante veinte años la Alcaldía de Ardales después de haber encabezado la candidatura que en seis elecciones resultó ganadora en la localidad, siendo vicepresidente de la Diputación provincial cuando de 12 diputados socialistas pasamos a 14 en 2003 y Presidente cuando de 14 pasamos a 15 en 2007, habiendo sido durante cuatro años Presidente de la Comisión de Diputaciones de la Federación Española de Municipios y Provincias, portavoz del Grupo Socialista y responsable de Infraestructuras en la Diputación, creyendo no haber olvidado los argumentos de defensa de la acción política socialista, refrescados recientemente por la participación en treinta actos de precampaña y campaña en las pasadas elecciones locales, y convencido de que el PSOE tiene las escrituras de propiedad de mis conocimientos políticos, de mi experiencia política y de mi vocación política, aceptaré con la misma disciplinada ilusión con la que siempre lo he hecho cualquier encargo que me haga el Comité Electoral de mi Partido en Málaga, a excepción de actos de campaña en las puertas de los colegios a las nueva de la mañana, porque a esa hora hace ya un rato que estoy en el interior de uno de ellos, y con la única exigencia de que igual trato se dé a todos los compañeros y compañeras que están en idénticas o parecidas circunstancias a las que acabo de mencionar con relación a mi persona.