viernes, 28 de octubre de 2011

Celebración en la distancia

Hoy ha tenido lugar una Sesión Extraordinaria del Pleno de la Corporación Provincial, que ha venido a clausurar los actos programados con motivo de cumplirse 175 años desde el acuerdo de creación de la Diputación de Málaga. He lamentado no poder responder con mi presencia a la invitación que los ocho años en los que fui Presidente de la Institución justifican.

Las responsabilidades laborales me han impedido asistir y así lo comuniqué al actual Presidente:

"Querido Presidente:

Te agradezco la amable invitación a compartir la Presidencia de la Sesión Extraordinaria del Pleno, conmemorativa del CLXXV aniversario de la Diputación de Málaga, que se va a celebrar el próximo viernes 28 de Octubre. Ni que decir tiene que por razones de tipo político y por otras afectivas me hubiera gustado estar presente en acto tan significativo, de segura emotividad para quienes hemos tenido el honor de trabajar por Málaga y por los malagueños, pero te ruego disculpes mi ausencia, debida al único motivo de que la celebración de la sesión plenaria coincide con el horario lectivo del centro escolar a cuya plantilla pertenezco.

No te quepa duda de que a ninguna otra causa responde la ausencia de un acto que si bien siempre hubiera resultado procedente, lo es de manera especial en momentos en los que de manera precipitada y atrevida se pone en cuestión la existencia misma de las diputaciones.

Deseando que, al igual que los demás actos programados por tan feliz efeméride, la sesión plenaria tenga el brillo y realce merecidos, recibe un cordial saludo y el deseo de que los esfuerzos de la Institución redunden en el progreso de Málaga y en el bienestar de los malagueños"

La fotografía recoge un momento del acto, celebrado el 31 de Marzo de 2009, de reconocimiento a quienes habían sido diputados provinciales desde el 26 de Abril de 1979, coincidiendo con los actos de conmemoración del XXX aniversario de las diputaciones democráticas. De entre quienes en ese período habían presidido la Institución, no estuvieron presentes Luís Pagán, por haber fallecido hacía ya algunos años, y Juan Fraile, que tenía sesión plenaria en el Parlamento Europeo.

jueves, 27 de octubre de 2011

Proverbio...

... que no es de Oriente y tradicional sino de ahora y de aquí:

"Hay quien nunca llorará, como un valiente, lo que le quitan, porque suplica, como un cobarde, lo que no merece"

Como, parafraseando los versos de "Homo Sapiens" de Ángel González, el desarrollo y la modernidad han contribuido a que en el presente sean las ovejas más ovejas y más traidores los zorros, ilustro el comentario con una fotografía en la que se recoge el paso aborregado de un rebaño de ovejas por delante del Castillo de La Estrella, en Teba. He elegido la fotografía porque, según el color de las reses, no pueden sentirse retratadas en ella las "ovejas negras".

miércoles, 5 de octubre de 2011

XVII - Cuando vuelvo de la escuela...

… me preocupan las dificultades con las que tropezará quien pretenda restablecer el valor del esfuerzo y su consideración como impulsor de la voluntad de superación del individuo y de la cohesión social, por tanto. Desde hace tiempo se ha instalado entre nosotros la convicción de que los logros que antes se fundamentaban en el trabajo y la entrega son posibles en estos momentos tan sólo con el beneficio de la oportunidad; es decir, la diplomática capacidad de estar en el momento preciso en el lugar adecuado. De entre los elementos que han llevado las cosas a esta situación, no es menor la responsabilidad de la educación, que en los últimos tiempos ha bajado de manera alarmante el nivel de la exigencia, tanto en la fase de información como en lo que tiene que ver con los hábitos.

Pienso que en las aulas no se supo gobernar, en su momento, el cambio que en todos los órdenes trajo consigo el proceso de transición política a la democracia y el deseo de pronta adaptación a un sistema de libertades dio lugar a la valoración equivocada de algunos de los elementos prácticos que habían conformado el sistema educativo hasta entonces. No voy a entrar en el análisis exhaustivo de todos ellos, porque no es éste el lugar ni mi preparación la requerida para ello, pero nadie podrá acusarme de memoria débil porque ésta lleve a recordar cómo en la escuela de aquellos años se rebajó de manera notable el listón en lo que tiene que ver con el esfuerzo individual, porque se pensaba que la demanda de éste dejaba ver inadmisibles intenciones totalitarias que de manera irremediable lastrarían el proceso madurativo del educando.

No conozco a nadie que en su sano juicio defienda la vigencia del dicho de que “la letra con sangre entra”, pero sí a muchos convencidos de que con la lectura, los deberes diarios, la memorización de algunos conocimientos fundamentales, el esmero en la caligrafía y en la ortografía, el cálculo… los más jóvenes adquieren unos conocimientos y se forman en unas conductas que les procuran la disciplina necesaria para encarar la vida de manera estructurada. Y, por supuesto, para apreciar mejor la necesidad de utilizar ordenadamente las nuevas tecnologías. Así pues, la diferencia entre el sistema educativo preconstitucional y el actual no deberíamos, en algunos casos, buscarla tanto en los objetivos a alcanzar como en la manera de llegar a ellos. El método de “palo y tente tieso” es absolutamente rechazable porque en una educación democrática ha de prevalecer el diálogo y el consenso sobre cualquier otra estimación.

Cuando vuelvo de la escuela no tengo duda alguna de que he valorado y disfrutado algunos de los logros alcanzados en razón del esfuerzo que me costó llegar a ellos. Es algo a lo que nadie debería ser ajeno. Como en tantos otros asuntos, no es el esfuerzo uno de los valores de los que la práctica política del presente haga encendida defensa y el campo que debería ser espejo de los buenos hábitos se convierte en el azogue. Mermada está en su calidad la democracia, y la credibilidad que a los ciudadanos merece, por causa del frecuente acceso al gobierno de las formaciones políticas, como paso intermedio para copar el de las instituciones públicas, de holgazanes que cuando deberían haber estado esforzándose para responder a la inversión de la sociedad en su formación se dedicaron a medrar y a intentar convertir en salida profesional lo que ha de ser entendido como compromiso con las ideas. No doy de lado a la culpa que pudiera tener en el hecho de que la anterior sea una circunstancia presente en la tierra desde la que escribo. Por eso he querido tener la voz incondicionada para, al tiempo que asumo responsabilidades, no cargar con las de los demás.

Después, me he puesto a preparar el trabajo de mañana.

lunes, 3 de octubre de 2011

XVI - Cuando vuelvo de la escuela...

… imagino cómo sería un mundo en el que cada cual aspirase a mejorar las circunstancias de su vida porque le llevase a ello el afán de superación, de crecer como persona, y no por imitación a modelos estereotipados o por la irrefrenable necesidad de asemejarse a quienes le rodean. Tan malo para el individuo es el conformismo inmovilista como la desmesurada ambición. La vida ha de convertirse en un esfuerzo constante por ubicarse en un término medio en el que no se ponga freno a nuestras posibilidades y desde el que se tenga siempre el sentido exigido para marcar límites a excesos y precipitaciones.

Si de las dos posibles maneras de actuar al principio enunciadas opta el individuo por la segunda, estará andando el camino que de seguro ha de llevarle al más español de los pecados, según opinión de nuestros paisanos cuando del comportamiento de los demás hablan, porque en lo que a mi juicio respecta he de reconocer que un nulo cosmopolitismo me impide comparar la intensidad de la envidia española con la de quienes viven en otros lugares, e incluso si en esos otros lugares el pecado alcanza entre la población porcentajes semejantes a los de aquí. Pero como son ya cincuenta y siete los años que llevo en este mundo pisando tierra española, me consta nuestra inclinación a desear lo de los demás, sin pararnos a pensar si para algo lo queremos.

Ya hay marcadas tantas prioridades en el proceso educativo que resulta casi imposible servirlas a todas, tanto más cuando se habla de la formación en valores, porque la información con relación a los conocimientos cada vez es más extensa y el horario lectivo sigue siendo el mismo. No obstante, sería conveniente un esfuerzo añadido para abordar en el aula el asunto con la profundidad y decisión que permitiese erradicar, o al menos minorar el número de individuos afectados, un mal que desde hace tanto tiempo viene preocupando a los ciudadanos, porque en su manifestación enfermiza causa daños irreparables en quienes lo padecen y acaba por corroer los cimientos de la convivencia. Probablemente no por causa exclusiva de la envidia, pero seguro que ésta algo tiene que ver en el hecho de que la estructura social de aquí y ahora presente alarmantes síntomas de aluminosis.

Cuando vuelvo de la escuela me lamento de no haber disfrutado de niño de una educación que me hubiese llevado a no desear ciegamente lo que en los demás observo y a conformarme pensando que hay quienes vienen a este mundo con dones y aptitudes a los que nunca podré aspirar. Me pasa, por ejemplo, con el hecho de que lo que escribo en este blog no aparezca en la página web de la formación política a la que pertenezco junto a lo que otros de mis compañeros escriben. He llegado a pensar, con insidia, que estaba siendo objeto de una suerte de censura. ¡Lo atrabiliario que se puede llegar a ser cuando no se tiene la formación suficiente! Menos mal que me he convencido a tiempo de que si estos relatos no aparecen en tan selecto escaparate es porque no tienen la mínima calidad exigida. Tendré que repasar y actualizar las nociones de sintaxis, amén de otros contenidos gramaticales, en vez de dejarme llevar por la envidia.

Después, me he puesto a preparar el trabajo de mañana.