lunes, 29 de agosto de 2011

Memorias de Verano - LX (y última)

Ayer terminaron las fiestas patronales que Benadalid celebra en honor de San Isidoro. Las actividades de la feria giran en torno a la tradicional “batalla de moros y cristianos”, solventada con el resultado final de la derrota de la morisma y la consiguiente conversión al cristianismo, después de que en el primero de los días de la representación se alzasen con el triunfo. Los distintos lances de la contienda tienen lugar delante del castillo de la localidad, desde hace mucho habilitado como cementerio municipal. La acción está inspirada en un ritual muy antiguo, aunque los textos utilizados están adaptados en fechas posteriores. En el mantenimiento de esta singular escenificación de un período de la historia propia juega papel importante Juan Manuel Gutiérrez, antes Alcalde del lugar y ahora gerente del Centro de Desarrollo Rural de la Serranía de Ronda. Con el mismo motivo, pero con distinta escenificación y argumento, se lleva a cabo en el vecino municipio de Benalauría la representación de las diferencias entre los dos bandos que las dilucidan en Benadalid. En este último, la celebración comporta todo un ejemplo de implicación de los vecinos, pues sin ella sería imposible que una localidad en la que no llegan a trescientas personas las que viven pudiera ofrecer a los varios cientos de gente procedentes de otros lugares una fiesta cuidada en todos sus detalles.

He sentido no poder atender la invitación que Leonor Andrade, Alcaldesa de la localidad, me hizo para, al igual que he venido haciendo los últimos años, compartir con los vecinos del pueblo alguno de los actos de días tan significativos para ellos. Sí lo hice el veintinueve de agosto de dos mil siete, aprovechando la oportunidad de vivir la feria de día en un espacio en el que la frondosidad de la vegetación agrandaba el placer de disfrutar de la compañía de todos y de la hospitalidad de los anfitriones.



En el período de gobierno de los socialistas en la Diputación, ha sido la de Málaga la única provincia de toda España que se ha beneficiado de cinco planes de los llamados de Dinamización Turística, acción que persigue hacer visible y atractivo para los potenciales visitantes el patrimonio cultural, monumental, natural, paisajístico, gastronómico, folklórico, etc. de los municipios no litorales de menos de veinte mil habitantes. Estos planes han de ser presentados a la Comunidad Autónoma por las diputaciones provinciales, en representación de los municipios que solicitan su aplicación, que a su vez los traslada a la Administración del Estado. Una vez aprobados, la financiación se establece a partes iguales entre las dos instancias que acabo de mencionar y la Administración Local. También es la de Málaga la única Diputación que ha asumido en su totalidad la aportación correspondiente a los ayuntamientos, consiguiendo que ni un solo lugar de nuestra provincia quedara excluido de los beneficios de las acciones previstas por la imposibilidad de comprometer el importe requerido. Casi todo el territorio del interior malagueño ha sido atendido en los planes correspondientes a la Sierra de las Nieves, Axarquía, Los Embalses, Zona Nororiental y Serranía de Ronda.

La firma del convenio que establecía los compromisos de las partes para la ejecución del Plan correspondiente a esta última comarca se llevó a cabo, el veintinueve de agosto de dos mil ocho, en la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía en Málaga por los representantes de las tres administraciones concurrentes en su financiación: Joan Mesquida, por la Secretaría de Estado de Turismo, Luciano Alonso, por la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte y el Presidente de la Diputación de Málaga. En representación de los municipios beneficiarios, el Alcalde de Benalauría, Eugenio Márquez, fue testigo del compromiso de invertir cuatro millones y medios de euros para el cumplimiento de los fines al principio señalados.

Todo el pueblo de Alpandeire y quienes allí viven están impregnados del halo, entre la leyenda y la más real de las historias, que desprende la figura de Fray Leopoldo, el más conocido de los hijos de las tierras del Genal. Mi agnosticismo militante no me ha impedido tener un cierto afecto a personaje capaz de la entrega a los demás que de este fraile capuchino cuentan. Aunque siempre he procurado distinguir la caridad de la solidaridad y valorarlas de manera bien distinta, no es menos cierto que no aprecio ofensa alguna a la dignidad de los destinatarios de sus acciones en la actitud humilde de quien nunca nada para sí pidió ni quiso, según nos trasladan quienes le conocieron y admiraron. Estuve presente en su localidad natal en la presentación de un libro, editado por la Diputación, que en memoria y reconocimiento escribió y le dedicó Pepe Barragán, he visitado en dos ocasiones las obras del aula-ermita que en parte financia la Diputación y que los responsables del gobierno municipal quieren destinar al mejor conocimiento de tan ilustre paisano, y estuve presente en el homenaje que con motivo de su beatificación, y bajo la lluvia impertinente, Alpandeire le rindió en octubre de dos mil diez. Aprecien quienes criticaron la presencia del Presidente de la Diputación en determinados lugares que, salvando los asuntos de conciencia en los que a nadie pretendí representar, siempre estuve donde debía estar.

El veintinueve de agosto de dos mil nueve, en una coqueta plaza de Alpandeire donde antes de contar con el cómodo recinto actual se celebraba el baile de la feria, Gabriel Jiménez, Alcalde de la localidad, descubrió una escultura en bronce de Fray Leopoldo en posición sedente, obra del escultor granadino Venancio Sánchez. No hay dudas de que si una vez terminada se dota al aula-ermita de contenidos atractivos, se adapta para visitas las dependencias de la casa natal, se prepara un recorrido por el pueblo con visita a esta escultura, se restaura convenientemente la iglesia, llamada por sus dimensiones “catedral de la Serranía”, y se incorporan a la ruta lugares de los pueblos limítrofes, la actividad turística puede dejar de ser en esta zona una aspiración quimérica para convertirse en realidad.



La casualidad ha querido que sean tres referencias a la Serranía de Ronda el argumento del último de los relatos de estas Memorias de Verano con las que he ocupado parte de los dos meses de vacaciones que la profesión de maestro de escuela me ha dejado en el verano presente. Durante el tiempo en el que tuve responsabilidades de gobierno en la Diputación, la principal preocupación fue siempre atender el dificilísimo proceso de convergencia de los municipios de la Serranía de Ronda, porque siempre los advertí como los más necesitados de la atención de una institución que ha de perseguir de manera prioritaria el equilibrio entre los territorios y la igualdad de oportunidades para los ciudadanos.

Nunca olvidaré esta tierra y a quienes en ella se afanan por vivir, trabajar y divertirse en idénticas circunstancias a las de quienes residen en lugares en los que para hacerlo no se les requiere el plus de esfuerzo y sacrificio exigidos en el más sugerente de los territorios de nuestra Málaga. Pensándolas en polo y soleá apolá, en uno de los trayectos de vuelta de una visita a la Serranía, sentí estas coplas:

Tierra de hondos manantiales,
de azul cielo y de castaños,
donde la noche conmueve
y es el silencio más largo.

Cuando me den por perdío
si alguien quiere hallar mi sombra
que busque y dará con ella
por los caminos de Ronda.