domingo, 28 de agosto de 2011

Memorias de Verano - LIX

Hoy acaban la Feria y Fiestas Patronales de Cuevas del Becerro en el corriente dos mil once. Era una cita ineludible del final de agosto en los cuatro años precedentes, con el consiguiente mal rato para los seguidores del que fue gobierno local de Izquierda Unida hasta dos mil siete, pero con mucha satisfacción para mí, porque volvía a un lugar recuperado por el socialismo, porque tenía la oportunidad de divertirme con los jóvenes responsables municipales con los que durante todo el tiempo en el que no era feria colaboraba para alcanzar algunos de los objetivos que para su pueblo perseguían, porque conozco a decenas de vecinos de la localidad y porque siempre aprecié un ambiente de respeto y cariño para quienes representábamos a la Diputación en cualquiera de los actos celebrados en La Cueva. Recuerdo que cuando tal día como hoy de hace dos años acudí a la feria, no había terminado de bajarme del coche cuando se acercó alguien que después se identificó como miembro de la organización local de Izquierda Unida y en el que desde el primer momento aprecié los efectos de una borrachera aún por dormir, para recriminarme de manera airada la intervención que tuve en el acto de cierre de campaña de las elecciones locales de dos mil siete y que, según pude entender de su perturbada expresión, resultó decisivo para que el PSOE ganara las elecciones. Ni que decir tiene que pensar en tal posibilidad disparó de manera exponencial las ganas de pasarlo bien en la feria y el agradecimiento a los electores de Cuevas del Becerro por la deferencia con la que acogieron las recomendaciones que en aquel acto celebrado en El Cine les hice.

Al mediodía de aquel veintiocho de agosto de dos mil nueve, después de comprobar durante un rato el magnífico ambiente festivo de la calle principal de La Cueva (dice una copla popular muy interpretada en el flamenco: Cañete está en un cerro, / Serrato en una cañá / y la Cueva del Becerro / tiene una calle na más) que aunque muy larga y acogedora no es ya la única del pueblo, con las escarapelas que nos habían regalado la Panda de Verdiales de Parauta posamos en la caseta municipal de feria junto a Joaquín Esquina y algunos de los concejales de su equipo de gobierno, así como alcaldes y concejales de algunas localidades cercanas.

El primer partido de la Liga de Primera División de fútbol de la temporada 2010 – 2011, que el Málaga CF jugó en su estadio de La Rosaleda, fue augurio cierto de las dificultades que aguardaban a un equipo que iniciaba el primero de los proyectos de sus nuevos propietarios, arropado por la suficiencia económica que se le supone a las fortunas aristocráticas del Oriente Medio. A la derrota del veintiocho de agosto de dos mil diez ante el Valencia (1- 3) siguió una desgraciada serie del mismo signo, que dejaba sin efecto en el campo propio los puntos que se obtenían en las salidas. Conforme avanzaba la competición, se igualaron en lo negativo los resultados de los encuentros jugados tanto dentro como fuera de La Rosaleda, ante lo que los responsables del club cesaron al entrenador portugués que habían contratado en la pretemporada y acudieron al “mercado de invierno” para hacerse con los servicios de algunos jugadores que resultarían decisivos, especialmente Julio Baptista, para la remontada final que posibilitó mantener un año más la categoría en la por muchos llamada mejor liga del mundo. Hoy, por causa de la huelga de jugadores que implicó la no celebración de la primera jornada, enfrentándose al Sevilla empieza la competición el Málaga CF, con renovadas ilusiones después de que el equipo representativo de nuestra provincia haya sido de los que en toda Europa más ha gastado en reforzar su plantilla de jugadores.

Las circunstancias han querido que el primer partido de la Liga 2011 - 2012 coincida en la fecha con el de la pasada, aunque jugando lejos de La Rosaleda. Como en varias ocasiones anteriores en las que coincidí con él, en el palco del estadio que parece tener sus días contados ante el proyecto de construcción de otro nuevo, presenció el encuentro el malagueño y malaguista Antonio Banderas. Cuando todavía no se había producido la venta al Jeque y las dificultades económicas acuciaban al Málaga CF, era recurrente en los mentideros futbolísticos de la ciudad el comentario de que el más internacional de nuestros actores estaba interesado en hacerse con la mayoría de acciones del club. Tales comentarios no pasaron nunca del rumor.

Recuerdo el extraordinario poder que como medio de conexión con el resto del mundo tenía la radio en mi infancia y en mi pueblo. Primero, porque conocí un tiempo en el que no tenía competencia, puesto que la prensa escrita no llegaba a un pueblo apartado en el interior y de apenas mil habitantes y la TV todavía era una fantasía a la que mis paisanos se referían como “la radio en la que se ve a los que hablan”. Segundo, porque cuando algunos aparatos de esta última llegaron a El Borge, el modo de vida era todavía de casi trabajo de sol a sol y durante tres meses al año casi todas las familias se trasladaban al campo para recoger y manufacturar la cosecha de los viñedos, por lo que la radio seguía siendo el medio de comunicación siempre presente. Recuerdo que algunos de “los locutores” de aquella radio tenían entre la gente del pueblo un nivel de conocimiento mayor que casi todos los profesionales de los medios de comunicación del momento actual. Cuando con mi familia trasladábamos la residencia al campo (para trabajar de sol a sol en las diferentes labores que requiere la uva desde que se corta en la cepa hasta que se envasa como pasa para su comercialización, dormir sobre jergones en el suelo, alumbrarse con la luz de un quinqué, ir a por el agua a casi un kilómetro de distancia de la vivienda…) teníamos ya de un año para otro la información sobre la emisora, de entre las cuatro habituales, que en cada momento del día debíamos sintonizar para escuchar los programas de nuestra preferencia. Así que en la onda media, recibíamos la información, la música o el entretenimiento desde Radio Intercontinental de Madrid, Radio Sevilla (de la Cadena SER), y las estaciones malagueñas de Radio Nacional y Radio Juventud.

En esta última, las estrellas en varios de sus programas eran, entre otros, Domingo Mérida, Diego Gómez y una muy joven Mari Tere Campos. A pesar de no conocer su presencia física, mis paisanos tenían auténtica devoción por estos profesionales y de manera especial por Mari Tere, mucho antes de que pasara a presentar algunos de los programas más vistos en las cadenas de televisión de ámbito estatal. El cinco de julio del año pasado, la Asociación de Vecinos Torrijos, del barrio de Huelin, le entregó el título de “Marengo de Oro”, descubriendo posteriormente la homenajeada una placa con su nombre en la Glorieta Antonio Molina del paseo marítimo.