viernes, 26 de agosto de 2011

Memorias de Verano - LVII

De los tres delegados del Gobierno de la Junta de Andalucía con los que coincidí en el tiempo en el que presidí la Diputación de Málaga, fue con José Luís Marco con el que tuve mejor relación, tanto en lo personal como en lo político. Una de las cosas buenas que me proporciona la nueva situación de “ciudadano de base” es que puedo decir lo que pienso sin tener que guardar formulismo alguno y acogiéndome sólo al debido respeto a las personas. Ya he dejado dicho que una relación de tipo afectivo no debe nunca condicionar la actuación en el plano político institucional, pero no es menos cierto que si es positiva facilita el entendimiento entre las partes, favorece la interlocución y humaniza un mundo que a menudo se advierte como distante y desapacible. Con José Luís tuve y tengo sintonía en los planteamientos que tienen que ver con la manera de ver y entender la vida propia y la de los demás y comparto el compromiso y el modo en el que debemos trasladar a la realidad las ideas que sostienen la formación política a la que pertenecemos. Tuvimos también el convencimiento de que si no se trabaja en la dirección de coordinar el trabajo realizado desde las administraciones gobernadas por los socialistas no sólo estamos perdiendo oportunidades como grupo sino que flaco favor le prestamos a la sociedad. Con tales antecedentes, no es difícil comprender el por qué de la aseveración con la que iniciaba este relato.

El veinticinco de julio de dos mil cinco, en la Delegación del Gobierno, en nombre de los alcaldes de los ochenta y cuatro municipios de la provincia con menos de diez mil habitantes, asistí a la presentación del programa Hogar Digital, por el que la Junta de Andalucía se comprometía a satisfacer el setenta y cinco por ciento del importe de la conexión a Internet de las familias con residencia en los municipios antes señalados, como una más de las acciones contempladas dentro del Plan de Ayudas a las Familias desarrollado por el gobierno de la Comunidad Autónoma.

Cuando llegó a la Presidencia de su Junta Directiva, Diego Pérez se encontró una Federación Provincial de Peñas Flamencas literariamente muy bien definida pero inexistente como órgano coordinador de actividades y gestor de los intereses comunes de las casi cuatro decenas de entidades existentes en nuestra provincia. Diego ha realizado una ingente labor a base de una generosa implicación personal que ha servido de ejemplo y de incentivo para arrancar el compromiso de suficientes representantes de peñas como para alcanzar el objetivo de que éstas aparezcan como asociaciones dinámicas, interrelacionadas y con capacidad de ponen en marcha programas comunes de promoción, difusión y defensa del arte flamenco. Diego Pérez ha conseguido que no quede reducida a pura expresión retórica la afirmación de que las peñas son los reductos en los que se mantuvo viva la llama del flamenco en los tiempos en que se vio amenazada. Ahora sí es una evidencia que muchas de las peñas federadas cumplen de manera fehaciente ese cometido irrenunciable para los aficionados. La buena labor del Presidente de la Federación de Málaga se ha hecho visible y ha sido valorada por las federaciones de las demás provincias, lo que le ha valido que los responsables de las mismas le hayan elegido Presidente de la Confederación Andaluza de Peñas Flamencas, reconociendo sus dotes organizativas y la capacidad de interlocución con entidades e instituciones públicas.

Junto a la puesta en marcha del Congreso Internacional de Peñas, el Concurso de Cante para Jóvenes, la potenciación de la Escuela de Cante y Baile y el circuito “Nuevas Voces”, el ciclo de conferencias ilustradas en las peñas, etc. una de las muchas actividades que venía realizando la Federación, a la que Diego Pérez ha querido dar realce, es el encuentro anual de peñas, a algunos de los cuales he asistido. En el de dos mil nueve, mientras me dirigía a los peñistas que se habían desplazado hasta Almáchar el cinco de julio, creía estar sobre brasas, pensaba que de un momento a otro el suelo se iba a derretir a mis pies, tal era la temperatura alcanzada por los ladrillos del piso del escenario desde el que hablaba. Afortunadamente para él, Diego estaba en aquel momento ocupado en otros menesteres y se evitó tan duro trance.

De todas las que tuve la ocasión de conocer, y aseguro que fueron pocas las que no conocí, sin dudas la feria de día de Cortes de la Frontera es la de mayor animación de la provincia, teniendo en cuenta la proporcionalidad entre residentes en el municipio y asistentes a la fiesta y la más que sobresaliente predisposición a la diversión de estos últimos. Casi veinticinco años después volví a comprobarlo, si bien aquella primera ocasión en la que estuve en la feria no llamó tanto mi atención la desbordada alegría de los cortesanos porque la mía, al ir formando parte de una panda de verdiales, no era menor. Entonces era tan “ciudadano de base” como lo soy ahora y podía permitirme recorrer la geografía malagueña reafirmándome en la guitarra con el toque de mis mayores sin que ningún impertinente se viera en la obligación de censurarlo. En los tres últimos años volví a conocer el inmejorable ambiente de una fiesta a la que siempre acudí el día en el que la misma se iniciaba con la suelta de vaquillas, dado que Cortes es pueblo de tradición taurina, tal y como se evidencia en la existencia en la localidad de una de las doce plazas de toros con las que cuenta nuestra provincia. Después, el en todas partes habitual recorrido por los chiringuitos y casetas. En este pueblo serrano conocí la ventaja de acudir a las fiestas en la calle el año en el que su Alcalde, Francisco Márquez, con muy buen tino me presentó a casi cuatrocientos de sus paisanos, con los que intercambié saludo y breve conversación.

El veintiuno de agosto de dos mil diez, poco antes de que se procediera a la suelta de vaquillas, posamos con un sargento de la guardia civil de servicio en la localidad y con el capitán de la compañía de Ronda, de paisano en esta ocasión. Esteban Gómez es un extraordinario profesional que ha alcanzado en la Serranía de Ronda unos llamativos índices de eficiencia en lo que tiene que ver con la seguridad. Pero en lo que destaca sobremanera es en la muy positiva consideración que de todos los alcaldes y concejales de la Comarca ha ganado a base de estar siempre disponible y de cumplir rigurosamente y sin desmayo con la colaboración que se le demanda.