jueves, 25 de agosto de 2011

Memorias de Verano - LVI

En las elecciones locales de mil novecientos noventa y cinco, los ciudadanos de Cuevas de San Marcos revocaron la mayoría absoluta que cuatro años antes le habían concedido al PSOE y se la otorgaron a Izquierda Unida, que volvió a ganar, aunque ya por mayoría simple, los comicios de mil novecientos noventa y nueve y dos mil tres. Tras doce años de gobierno de la coalición, en las locales de dos mil siete el PSOE obtuvo de nuevo el respaldo mayoritario de los cuevachos, con el 49,88 % de los votos y 6 concejales. Se abrió entonces un período en el que algunas de las interesantes propuestas del programa socialista empezaban a tomar cuerpo, al tiempo que el afán de protagonismo de miembros de la organización local del PSOE se traducía en una labor de mina del trabajo institucional con argucias y trapicheos tras los que se escondían el deseo de satisfacer aspiraciones particulares en lugar de saldar positivamente el compromiso de servir a la sociedad asumido junto con la victoria electoral. La dirección provincial, atenta como siempre a extender sus tentáculos más que a consolidar un gobierno tanto tiempo deseado, prestó atención a las conspiraciones domésticas, disolvió la agrupación en un claro gesto de desautorización del Alcalde, miembro por cierto de esa misma dirección provincial, apoyó a quienes le venían “haciendo la cama” y concluyó el proceso con la presentación de una candidatura en la que el candidato a la Alcaldía era uno de los concejales que se habían posicionado frente al Alcalde. Pasó lo que suele pasar cuando una formación política se empeña en quitar el alcalde que ha elegido el pueblo: en las elecciones del pasado veintidós de mayo el PSOE perdió veintitrés puntos de apoyo popular, obtuvo tres concejales y regaló la mayoría absoluta a Izquierda Unida. ¡Con dos cojones!

El cuatro de julio de dos mil siete, cuando todavía no había sido dado “meter la cuchara” a sempiternos conspiradores, el grupo socialista de Cuevas de San Marcos aparecía compacto, ilusionado y con ganas, consciente de la responsabilidad que significaba ser protagonista de un cambio político que devolvía a los socialistas el gobierno de un municipio emblemático para la organización provincial del PSOE, pues en los tiempos de la transición política fue la de Cuevas de San Marcos una de las agrupaciones socialistas con más afiliados en toda Málaga. En el despacho de Alcaldía, Manuel Hinojosa me puso en antecedentes de todos los proyectos que consideraba necesario ejecutar para ayudar a su pueblo a superar la situación de desánimo a la que había dado lugar la anodina gestión de Izquierda Unida durante los doce años anteriores.

El PSOE ganó la Alcaldía en Valle de Abdalajís tras el triunfo en las elecciones locales de dos mil siete. Mal momento para asumir el gobierno de un pueblo al que los gestores anteriores, del Partido Popular, habían dejado en bancarrota, con una deuda superior a los dos millones de euros, insoportable para un municipio de tres mil habitantes, con subvenciones finalistas empleadas de manera fraudulenta, de las cuales era la más grave la que tenía que ver con la no realización de obras del PER a pesar de haber gastado las cantidades destinadas a la contratación de mano de obra… Mal momento porque empezaba a notarse los efectos de la crisis y mal momento porque las obras de la línea del AVE Córdoba – Málaga habían tenido un efecto perverso sobre el acuífero de la localidad, secando manantiales y poniendo en peligro el abastecimiento a la población. Al fin, el gobierno presidido por Alfonso García llevó a buen puerto las gestiones con el gestor de Infraestructuras Ferroviarias, lo que trajo consigo la solución al problema del agua y la obtención de ayudas compensatorias que se emplearon en infraestructuras y equipamientos.

El cinco de julio de dos mil ocho visitó Alfonso García la Diputación para tratar un asunto surgido al rebufo de los problemas ocasionados en el acuífero por las obras de los túneles del AVE: propietarios de viviendas en el campo aprovecharon la ocasión para enganchar a la reivindicación general del pueblo la suya propia, que no era otra que la inexistencia de suministro en unas construcciones a las que el anterior Alcalde había dado licencia de obras de manera ilegal. Asunto complicado, al que intentábamos dar solución a través de diferentes instancias: la Sociedad Agua de los Verdiales, la delegación de Medio Ambiente de la Diputación, la Agencia Andaluza del Agua… Alfonso siempre estuvo preocupado por un asunto en el que tenía que actuar con rigor para no incurrir en manifiesta ilegalidad. No hace mucho escuché en la radio las declaraciones de descontento de uno de los propietarios de las viviendas ilegales sin abastecimiento, por lo que el problema no se ha debido solucionar todavía.

Al igual que sucede con el antes mencionado Cuevas de San Marcos, Villanueva de Algaidas es uno más de los pueblos de nuestra provincia a los que, por lindar con otra, se les cuestiona el malagueñismo. Y no hay nada de cierto en esa percepción que algunos puedan tener, porque los nacidos en Algaidas son malagueños de naturaleza y de corazón. Tan de nuestra tierra que un grupo de ellos rinden tributo en una panda de verdiales a la más malagueña de las tradiciones musicales. Además de los desplazamientos para intervenir en actos políticos organizados por el PSOE, tuve la ocasión de visitar en varias ocasiones el municipio por motivos del cargo que desempeñaba. En un ejercicio apresurado de memoria, recuerdo la visita a la Cañada Padilla, espacio en vaguada para el que el Ayuntamiento tenía un proyecto de urbanización que por diversos problemas se ejecutaba con un ritmo excesivamente lento si se tiene en cuenta que la zona formaba ya parte del casco urbano de la localidad, la que tuvo como justificación la entrega de un vehículo al Ayuntamiento y el desplazamiento al pago rural de La Atalaya, la motivada por la inauguración de una reforma y ampliación llevada a cabo en el consultorio médico y la que en la pasada primavera sirvió para inaugurar un polideportivo cubierto.

Al igual que viene sucediendo desde hace tiempo, en las pasadas elecciones locales los algaideños otorgaron cinco concejales al PSOE y otros tantos a Izquierda Unida, si bien esta última formación obtuvo treinta y siete votos más. Los responsables locales de ambas formaciones alcanzaron el acuerdo que debiera ser normal en razón del componente ideológico de cada una y, en el caso de Algaidas, teniendo en cuenta lo ajustado del resultado en urna: el candidato de cada formación será Alcalde durante dos años. En estos momentos y hasta junio de dos mil trece lo será el de Izquierda unida, José Cabrera, que ya lo era cuando el veintitrés de julio de dos mil tres visitó al Presidente de la Diputación en la sede provincial de calle Pacífico.