viernes, 19 de agosto de 2011

Memorias de Verano - L

Desde que el veintiséis de marzo de dos mil siete se inauguró la nueva sede de la Diputación de Málaga en el Paseo Marítimo de Poniente, en el despacho del Presidente cuelga un cuadro de Félix Revello de Toro, elegido de entre los varios del artista que forman parte del extraordinario patrimonio artístico, principalmente de pintura, de la institución provincial. Del mismo autor es también uno de los murales que adornan las paredes del Centro Cultural ubicada entre las calles Ollerías y Parras de la capital malagueña. Y en la galería de presidentes democráticos hay dos magníficos retratos, los de Luís Vázquez y Juan Fraile, firmados por el artista que desde hace años reside en Barcelona. No hace mucho que el Ayuntamiento de Málaga abrió un museo dedicado a la interesante y copiosa obra de nuestro paisano. Félix es persona de una afabilidad extraordinaria y pintor de una capacidad incuestionable. Siempre ha sido generoso a la hora de proclamar su malagueñismo. Tales méritos le han valido numerosos reconocimientos artísticos, ciudadanos e institucionales, entre los que destacan la Medalla de Andalucía y las distinciones de Hijo Predilecto otorgadas por la ciudad y la provincia de Málaga.

Félix ha pintado cuadros que han servido después para anunciar importantes celebraciones de su tierra, tales como la Feria y el Carnaval de Málaga, la Fiesta del Ajoblanco de Almáchar y la feria taurina de dos mil seis. La pintura utilizada para el cartel de ésta última, que durante algún tiempo se expuso en el Museo taurino de la Plaza de La Malagueta, fue firmada por el artista antes del inicio de la corrida del diecinueve de agosto, en presencia de los responsables de asuntos taurinos de la Diputación.

Miguel Márquez ha sido uno de los más importantes toreros malagueños de todos los tiempos, alcanzando en dos temporadas el número uno en el escalafón de matadores de toros en cuanto a números de festejos en los que tomó parte, superando en una de ellas las cien corridas. Murió pocos meses antes de la feria taurina de dos mil siete y, queriendo la Diputación que no pasase inadvertida la pérdida de Márquez en fechas taurinas de tanta relevancia, antes de una de las corridas se descubrió, en el patio de cuadrillas y en presencia de uno de sus hermanos y de su hija Verónica, una placa provisional en memoria del fuengiroleño, hasta que el recordatorio se situase en el lugar definitivo. Posteriormente, se encargó un cuadro al pintor Manuel Pérez Ramos, que pintó al torero saludando en una Malagueta con los tendidos abarrotados. Ese cuadro se trasladó a cerámica y se le preparó un marco de forja, a fin de colocarlo en el lugar en el que de manera definitiva se pretendía homenajear a tan importante figura de la tauromaquia.

No son muchos los toreros malagueños cuya trayectoria artística es recordada en la plaza de La Malagueta. Si mal no recuerdo, son Antonio Ordóñez, por su consideración de figura cumbre del toreo de todos los tiempos, Manolo Segura, por ser el matador que más veces salió por la Puerta Grande del coso del Paseo de Reding, y Javier Conde, por su actuación en la corrida nocturna celebrada el diecinueve de agosto de mil novecientos noventa y cinco. Quienes vayan a tan renombrada plaza de toros tienen ahora la posibilidad de recordar también los méritos de Miguel Márquez, después de que su hija descubriese el diecinueve de agosto de dos mil ocho la cerámica con la que la Diputación de Málaga homenajeaba a uno de los destacados hijos de la provincia.

Nunca ignoré que siempre hubo gente que interpretaba la presencia del Presidente de la Diputación, y de los políticos en general, en el burladero reservado para la institución en la Plaza de toros de La Malagueta como un gesto de exhibicionismo injustificado. Está claro que no coincido en la apreciación porque de ser así habría dejado de acudir a él y nunca sucedió, pues desde dos mil tres a dos mil ocho asistí a casi todas las corridas que se celebraron en el coso, tanto en la feria de Málaga como en otras fechas señaladas, como el fin de la Semana Santa. Si no estuve presente en algunas de ellas fue por coincidencia con otras obligaciones, entre las que era fija acudir a la Feria de Antequera, comarca por la que fui diputado provincial. Ahora que no tengo la responsabilidad de presidir el gobierno provincial no voy a los toros y no pasa nada, pero la tradición manda que durante las corridas del ciclo ferial malagueño se aprovecha que la propiedad de la plaza es de la Diputación y se atienden los compromisos de ésta con gente de la política, la economía, la cultura y la sociedad de Málaga, porque también son muchos quienes perteneciendo a ella colaboran generosa y decididamente con las instituciones públicas. No sé si hice mal, o bien, o regular, pero seguí con lo que antes de llegar era habitual, que tampoco vine a remover tierra y mar ni a confundirlos con el cielo.

Todos los años compartí burladero con profesionales y directivos de los medios de comunicación de Málaga, que copaban el burladero para dos de las corridas, puesto que los pases de callejón disponibles no permitían atender a todos en un solo día. El diecinueve de agosto de dos mil diez, quienes asistieron representado a Prensa Malagueña (José Luís Romero y Juan Soto), la Cadena SER (Esther Luque: volveremos a los toros, Esther), Canal Sur (Juan Luís Navarro y Carmen Beamonte) y Onda Cero (José Manuel González) fueron fotografiados por Joaquín Bueno, a quien debo algunas de las instantáneas que me permiten el mejor ejercicio de la memoria.