martes, 1 de marzo de 2011

"Síndrome del plus"

Cada cuatro años, cuando se acerca la primavera y de manera tan advertida como las golondrinas y los vencejos, pero con el vuelo más bajo, se hacen notar los síntomas del “Síndrome del plus”, disfunción psíquica con casi inevitables repercusiones somáticas que afecta a muchos candidatos a alcaldes y a concejales que, ufanos de la propia capacidad, no pierden ocasión de manifestar, a ser posible con voz engolada y gesto suficiente, que la alta valoración de la que gozan entre sus conciudadanos aporta un valor añadido a la formación política titular de la candidatura de la que forman parte. Conozco bien esa alteración de la personalidad porque la he padecido.

En circunstancias de normalidad, los efectos de la eventual desviación no van más allá de lo anecdótico, tanto más cuanto, a veces, puede incluso estar justificada, sobre todo en pequeñas localidades en las que la implicación y compromiso del candidato con la sociedad de la que forma parte son determinantes en los resultados de la formación política que le da cobertura. Pero en el momento presente empieza a producir hartazgo el afán de muchos candidatos por distanciarse de lo que se ha venido en llamar “marca PSOE”. Esa fatiga, en mi caso, responde al desasosiego que me provoca que hombres y mujeres de tan arrebatador carisma hayan dejado pasar la ocasión de concurrir como independientes a un proceso electoral que, estoy seguro, habrían ganado de corrido sin el perverso efecto contaminante del partido al que se han vinculado. No deberían privarnos de la gozosa contemplación de los éxitos individuales que el destino les tenía reservado.

Empiezo a estar, sí, un poco cansado de que quienes deberían estar ocupados en prestar lo mejor de sí mismos para ayudar a desterrar las dificultades que alcanzan a una parte importante de la sociedad, cooperando con sus compañeros en superar la situación de deterioro de la imagen del Partido y de sus responsables más visibles, dediquen su tiempo y esfuerzos justamente a lo contrario, minando cualquier posibilidad de recuperación y poniendo de manifiesto la preocupante falta de un sentimiento de pertenencia sin el cual no hay posibilidades de cohesionar y dar vigor al grupo.

Pero, sin duda es el signo de los tiempos, la moda para algunos socialistas es coincidir en la calle y en tertulias con quienes advierten descrédito en “la marca PSOE” y, con una incomprensible energía, desacreditar abiertamente al Presidente del Gobierno socialista, haciéndole responsable de todos y cada uno de los males reales o inventados.

Bien. Por más que miro debajo de las alfombras y por el ojo de la cerradura, no encuentro elementos de debilidad y de perjuicio para sus afiliados en una formación política que, con “la que viene cayendo” desde hace algunos años y con la desagradable responsabilidad asumida en el tratamiento de la crisis, sustenta un suelo electoral que no baja en ningún caso del treinta por ciento. Así que no sería mala estrategia que volcásemos nuestra ambición en fortalecer la marca, poniendo en ello el mismo entusiasmo que deberíamos sacar a colación para desenmascarar a quienes con su comportamiento irresponsable, alejado en ocasiones de lo que tiene que ver con la gestión de la crisis, colocaron cargas de profundidad en la nave de la que les habíamos entregado el timón.

Por otra parte, creo que es el momento de parar la ofensiva irracional por la que a José Luís Rodríguez Zapatero se le hace culpable a título individual de todas las medidas que producen rechazo entre la población española. Vamos a ver: ¿sólo Rodríguez Zapatero es gobierno en todo el Estado? ¿En la situación de pérdida de credibilidad y sintonía con los ciudadanos que hoy sufre el PSOE no tenemos responsabilidad los concejales, alcaldes, presidentes de diputaciones, parlamentarios, miembros de los gobiernos autonómico y estatal…? ¿Somos seráficos todos los socialistas y es diabólico el Presidente del Gobierno? Dicho para que se entienda: no estaría mal que cada uno aguantemos la vela que nos ha tocado en suerte.

No es la primera vez que traigo a este espacio de expresión a Felipe González, pero he de reconocer que en esta ocasión lo hago con un punto más de convicción, la misma que me provoca una reciente reflexión de quien casi siempre que habla lo hace desde la razón ensolerada con la experiencia: “en tiempo de crisis, militancia pura y dura”.

Los militantes, los simpatizantes, venimos hoy más que nunca obligados a demostrar que para los candidatos y para la sociedad española sigue siendo un plus contar con una formación política capaz de acreditar la hoja de servicios que desde hace un siglo y la tercera parte de otro ha ido escribiendo el Partido Socialista Obrero Español.