lunes, 3 de enero de 2011

Puerto donde arribo - IX

Casi seis meses y medio después de hacerlo con el octavo de los sonetos del librito publicado en 2001, inserto hoy la actualización de un nuevo poema de los incluidos en "Puerto donde arribo". Había quedado con los lectores del blog en que la poesía fuese antídoto, para quien lo necesitase, contra el síndrome de las tardes de los domingos. Puede parecer un contrasentido porque en muchas ocasiones los versos incitan a la añoranza, a la nostalgia, a la melancolía y lo que harían, entonces, sería ahondar en las mismas. Pero no es menos cierto que, aun cuando suscite tales emociones, la poesía excita la imaginación, activa la memoria y nos aleja de la abulia. Pues bien, a partir de ahora intentaré excitar la imaginación y activar la memoria, ojalá fuese capaz de hacerlo, sin periodicidad definida porque la añoranza, la nostalgia y la melancolía no están esperando las tardes de los domingos para plantar sus reales.

Llegaste a mi presente adormecido
cuando el tiempo los sueños cancelaba
y el coraje la sangre desterraba
al exilio del frío y del olvido.

Aliento halló en tu seno mi sentido
y en la tuya mi piel se acrecentaba.
De clara que te vi no imaginaba
que al amor pretendieras sometido.

Por ti escribía el verso transparente
y el mundo clausuré tras de la venda,
que de tu religión fui penitente.

Porque te amé, sin que me duela prenda,
para evitar la voz indiferente
he borrado tu móvil de mi agenda.