martes, 5 de octubre de 2010

Es posible

Durante años, pensé que nunca sería capaz de conseguirlo. Se trataba de algo más que una costumbre. Era reciente mi adolescencia cuando tuvimos conocimiento el uno del otro. Con el paso del tiempo, se hizo tan constante y profunda nuestra relación que, cuando quise darme cuenta, era un súbdito de su dominio tirano. Durante más de cuatro décadas, lo que empezó como un juego inocente se fue transformando en un hábito del que me era imposible la redención. Al tiempo, lo maldecía y lo buscaba. Cuanto más intentaba prescindir de él, más lo necesitaba.

Sé que de por vida estaré expuesto al peligro de su acechante amenaza. Pero sé, también, que no son sus almenas inexpugnables. No aceptamos más que la enseñanza obtenida de la propia experiencia y nos cuesta reflejarnos en la de los demás, pero por si la mía sirve a quien esto lea y esté buscando deshacerse de la dependencia del tabaco, sepa que después de cuarenta y un años de fumar, en ocasiones tanto como me daba tiempo, hoy hace un año que dejé de hacerlo.