martes, 3 de enero de 2012

Síndrome de Bart Simpson: "Yo no he sido"

Han bastado apenas unos días para que se manifieste en toda su dimensión la volatilidad de la firmeza de algunos electores. Son tantos los que ahora no conceden valor alguno al aforismo de “a lo hecho, pecho” que dan ganas de, como Diógenes, coger una linterna y salir a la calle a buscar…

algún trabajador de entre los que pensaban que un gobierno “como dios manda” iba a derogar la norma que retrasa a los sesenta y siete años la edad de jubilación…

algún pensionista de entre los que esperaban ganar poder adquisitivo con un gobierno del Partido Popular…

algún ciudadano de entre los que vienen obligados a hacer declaración de IRPF y creyeron al Partido Popular cuando prometía que no iba a subir los impuestos…

algún propietario de vivienda de entre los que pensaban que, conforme a lo manifestado por el Partido Popular, el impuesto sobre bienes inmuebles se congelaría o se revalorizaría a la baja…

algún ahorrador de entre los doce millones de españoles que declaran poseer una cantidad inferior a 6.000 €, que pensaban que un gobierno del PP les premiaría el esfuerzo y ven estupefactos que deberán pagar por él una media de 30 € anuales…

algún ciudadano de entre los millones de españoles que creyeron al PP cuando afirmaba que desde el gobierno no inyectaría dinero a los bancos y han visto como el primer Consejo de Ministros presidido por Rajoy ha aprobado avalar a la banca con cien mil millones de Euros…

alguna de las miles de mujeres que perciben el Salario Mínimo Interprofesional que no imaginaron la insensibilidad de un gobierno al que no le tiembla el pulso a la hora de aplicar restricciones a los más débiles y congela el sueldo a quienes por una jornada completa de trabajo ganan 641 € al mes…

algún miembro de las miles de familias que tienen en su seno una persona dependiente, que están a la espera de que a la misma le alcance los beneficios contemplados en la Ley correspondiente y que observan con preocupación la decisión del gobierno de aplicar una moratoria en la incorporación de nuevos beneficiarios…

alguno de los muchos científicos que trabajan en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas que confiaron en las propuestas electorales del PP y que tienen el temor de quedar en paro ante el recorte de 600 millones de euros que a la I+D aplicará el gobierno…

algún funcionario de entre los cientos de miles que estaban seguros de que la derecha les reconocería en lo profesional y en lo económico y caen en la cuenta de que deberán trabajar más por menos gracias a quienes gobiernan ahora…

alguno de los cientos de miles de trabajadores interinos de la administración pública que esperaban al PP como agua de mayo para alcanzar la estabilidad y se desencantan viendo que el aumento del horario laboral de los funcionarios les manda a ellos a la calle…

algún joven de entre los más de trescientos mil perceptores de la Renta de Emancipación, que pensaron que el PP respetaría la ayuda al alquiler que les facilitaba emprender un modo de vida independiente …

algún ciudadano de entre los miles que en los días previos al 20-N decían casi con violencia que era imprescindible echar a los socialistas del gobierno para que llegase uno del PP que, conforme a la promesa del candidato a presidirlo, nos traería la felicidaddddddd…

… para convencernos de que sí hubo quien votara al PP en las pasadas Elecciones Generales, que el triunfo no se debió al milagro de la multiplicación en urna de las papeletas y que Rajoy es Presidente del Gobierno de España gracias al pronunciamiento de millones de españoles que, desde el minuto uno, empiezan a sentir en carne propia el precio de su decisión.

Aunque esto último será difícil de demostrar, casi imposible, porque a la vista de lo que vemos estos días, Don Mariano es un espejismo, algo inexistente, gaseoso, fantasmal. Un espectro escondido tras el parapeto de la cobardía que le impide hablar a los españoles llamando “al pan, pan y al vino, vino”.