viernes, 30 de diciembre de 2011

Salud y trabajo para todos…

… en 2012 y siempre, porque va tan unida la una con el otro que no tienen plenitud por separado. Para nadie. Ni rentistas ni paniaguados, que son tenidos como paradigma de la vida cómoda por quienes entienden que no hacer nada conduce a la felicidad, gozan de la primera, porque les falta lo que es imprescindible para que la persona tenga al completo sus potencias y no se asemeje a quien se mantiene con respiración asistida: ganar el sustento con el esfuerzo propio.

La vida, por fortuna, me ha ofrecido muchos motivos de satisfacción. No tengo dudas de que uno de los más importantes es el de no haber estado nunca en la situación de necesitar trabajar, querer hacerlo y no tener la oportunidad. Acabé los estudios de Magisterio en Junio de 1976. En enero del año siguiente me incorporé al entonces obligatorio servicio militar y cinco días después de licenciarme del mismo, tras prestar diecisiete meses y diez días a una causa que siempre sentí como ajena, aprobé el primero de los tres ejercicios de los que constaba la oposición al Cuerpo de Profesorado de Educación General Básica, que de manera tan rimbombante era como entonces se nominaba al colectivo de los Maestros de Escuela. Como idéntica suerte a la del primero me acompañó en los otros dos, al inicio del curso 1978-1979 me incorporé al primer destino como maestro en la escuela de La Cimada, junto al núcleo urbano de Arriate pero perteneciente al municipio de Ronda. Desde entonces, acumulo once trienios de servicios y de cotización a la Seguridad Social. Ni un día de esos treinta y tres años, y es mi deseo ferviente que “siga la racha”, he estado en situación de baja laboral.

La experiencia personal, que me hace ser plenamente consciente de lo fundamental que es para la persona gozar la situación que permite atender las necesidades propias y las de aquéllos a los que uno se obliga, es la que me ha inspirado siempre una especial sensibilidad con quienes, queriendo hacerlo y estando preparados y dispuestos para ello, no encuentran la oportunidad de trabajar. Siempre lo he interpretado como una tragedia personal, primero, familiar, después, y social, siempre.

El año 2004, cuando la situación con relación al empleo no era comparable con la del momento presente, escribí y publiqué el libro “De frente la mirada”, en el que incluí un soneto dedicado a quienes se encuentran en situación de paro. Cuando es el momento de manifestar a quienes nos importan que se cumplan sus aspiraciones para el próximo año, no encuentro mejor intención que la de desear a todos los que viven “mirando al cielo” que el año próximo remedie esa situación angustiosa y les ofrezca la posibilidad de volver al trabajo y a la salud. Lo hago con el soneto antes mencionado, con la ilusión de que los números referidos al desempleo sean tan distintos de los actuales cuando el año 2012 se aproxime a su fin que me obligue a cambiar el último terceto para que el verso décimo cuarto anuncie la dicha de quienes en el año que ya casi comienza encuentren trabajo:

Cumplió su juventud a codo hincado
entre historia, fonemas y ecuaciones
y al tiempo de atender obligaciones
no le sirvió de nada lo estudiado.

De su casa el cimiento, bien armado,
firme cobijo dio a sus ilusiones
pero no resistieron sus bastiones
el día que le vieron derrotado.

En este aniversario sin detalles,
notando en ella tibia la sonrisa,
su pecho atravesó certero tajo.

Roto el timón naufraga por las calles
y a la gloria que vaya va sin prisa
porque hace un año ya perdió el trabajo.