jueves, 28 de julio de 2011

Memorias de Verano - XXVIII

El pasado mes de mayo pude leer en la edición digital de un periódico de tirada nacional que había tomado posesión la primera mujer bombera del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia. En abril de dos mil cuatro, siete años antes, cuando aún no existía el Consorcio Provincial de Bomberos de Málaga, Marta Soriano (curiosamente, la pionera de Valencia tiene el mismo apellido) tomó posesión de su plaza de bombera, pasando a prestar servicio en el parque de Coín. A la vista de la trayectoria de apoyo institucional a la igualdad de género que desde hace décadas viene cumpliendo la Diputación de Málaga, no extraña que a esta primera incorporación siguieran pronto otras muchas, ya que desde su gobierno se incentivó a las interesadas mediante la convocatoria de cursos de formación específica que tuvieron una muy favorable acogida. Hoy se ve ya con absoluta normalidad, como por otra parte debiera suceder en todos los ámbitos profesionales, la presencia de mujeres en una profesión que requiere una consistente preparación física y psicológica que ellas han puesto de manifiesto en cuanto han tenido ocasión de hacerlo.

Una de esas mujeres, Eva Gallego, representó a sus compañeros de Málaga en los Juegos Mundiales de Policías y Bomberos celebrados en Quebec. El veintiocho de julio de dos mil cinco mostraba orgullosa las dos medallas conseguidas en Canadá.

Después de veinticuatro años ejerciendo responsabilidades de gobierno en el ámbito de la administración local, he podido constatar de manera fehaciente que la insuficiencia de su hacienda es algo estructural, de muy complicada solución en el momento presente, puesto que el aplazamiento de medidas reparadoras ha dado como consecuencia una situación en la que resulta muy complicado saber si las penurias responden a la participación insuficiente en los ingresos de otras administraciones, a la dificultad para incrementar los recursos propios o a la inadecuada gestión de lo disponible. Lo cierto es que la confluencia de las tres circunstancias amenaza con colapsar a la entendida por todos como la administración más cercana y con mayor capacidad de atención a las necesidades de los ciudadanos.

Nunca se han implementado acciones de gobierno en coherencia con los textos programáticos de las formaciones políticas con responsabilidades de gobierno, porque aunque algunos intentos de remediar la situación se han producido a lo largo de las más de tres décadas de democracia local, se ha tratado siempre de medidas puntuales aplicadas como consecuencia del deterioro de la situación hasta niveles máximos. Uno de esos intentos fue el Plan de Ayuda Financiera acordado entre la Junta de Andalucía y las ocho diputaciones de nuestra Comunidad y firmado en Sevilla tal día como hoy de hace tres años. En Málaga se repartieron algo más de siete millones de euros entre las entidades locales de menos de veinte mil habitantes, teniendo en cuenta el número de habitantes y la situación financiera de cada una de ellas.

Hice mención en un anterior capítulo de este recordatorio a la presentación del Plan de Reparación de Daños en la red viaria provincial, comentando que era el más ambicioso hasta entonces acometido por la Diputación de Málaga, tanto por el importe (veinticinco millones de euros) como por el número de actuaciones (ciento seis). Las carreteras más dañadas por los temporales fueron las de la comarca de la Serranía y sobre todo algunas de las que recorren parte del término municipal de Ronda, dándose el caso de tramos que se desplazaron hasta hacer desaparecer la vía. Por eso, del presupuesto total para la provincia se destinaron a las mismas catorce y casi nueve millones de euros, respectivamente. Hablo del importe de licitación, puesto que el de adjudicación fue algo más bajo.

Hoy hace un año que en un hotel de Ronda presentamos las actuaciones previstas para la Comarca. Aprovechamos la ocasión para invitar a un desayuno a los vecinos de Venta Leche, Puerto Saúco, Los Villalones… como humilde manera de agradecerles el buen talante y respeto que siempre mostraron en la decidida y justa reivindicación de urgente reparación de unas carreteras que les eran absolutamente imprescindibles para no estar aislados del resto del mundo. Cuando meses después visité las obras en ejecución tuve la ocasión de compartir con ellos la alegría por dar solución al problema y de confirmar que se trata de una gente sencilla y extraordinaria.