Conforme a la tradición, la localidad de Canillas de Aceituno inicia su feria el próximo viernes 12 de agosto con la celebración de la Noche Flamenca, que este año alcanza la trigésima edición. Coincidiendo con la vigésimoquinta, el Ayuntamiento homenajeó el diez de agosto de dos mil seis a quien había sido inspirador del nacimiento del festival y protagonista en casi todas sus ediciones: Antonio Jiménez González, Hijo Predilecto del pueblo, cuyo nombre ha paseado por el mundo unido al suyo de pila como referencia de sus cualidades artísticas. Para el cartel anunciador del festival de aquel año, la Diputación de Málaga encargó a Manuel Pérez Ramos un retrato del cantaor sobre un fondo con algunos de los más representativos rincones de la localidad. También en aquel año, coincidiendo con la ebullición que el mundo del flamenco malagueño conocía como consecuencia del éxito de la primera edición de “Málaga en flamenco”, la Diputación quiso reconocer el papel jugado por Antonio de Canillas en la salvaguarda de algunas de las formas flamencas más genuinamente malagueñas y publicó la primera biografía del artista, obra de Gonzalo Rojo, y una recopilación de sus mejores grabaciones en un disco doble.
Antes de la celebración de la Noche Flamenca, en una placita junto a la casa – ayuntamiento de Canillas de Aceituno, se descubrió un busto del cantaor, obra del escultor Miguel García Navas. Después, durante la celebración del festival, Antonio volvería a poner de manifiesto una entrega y condiciones sorprendentes en alguien que por aquel entonces estaba a punto de cumplir setenta y siete años. Aún hoy, el decano del flamenco malagueño sigue escribiendo páginas de compromiso con el flamenco y respeto al público desde los escenarios de la geografía malagueña.
En el gobierno de la Diputación veníamos trabajando de manera decidida en la promoción de la gastronomía propia de nuestra Málaga, resaltando la calidad de algunos de los productos autóctonos y dando a conocer la particular manera de cocinarlos en los diferentes territorios de nuestra provincia. Las llamadas fiestas singulares están contribuyendo a ello de manera amable, convirtiéndose en un vehículo de difusión de algunos platos que muestran la originalidad local en su elaboración. Al tiempo, se llevó a cabo una política editorial que ha dado como resultado la publicación de guías gastronómicas de todas nuestras comarcas, en las que se ofrecen a la consideración de los interesados tanto recetas tradicionales como otras que buscan la innovación a partir de los fundamentos de aquéllas. Siempre entendí que la tarea de dar consistencia a nuestra oferta gastronómica facilitaba el cumplimiento de un doble objetivo: cuidar parte muy significativa de nuestro patrimonio etnográfico y ayudar a diversificar la oferta turística. Por cierto, en lo que tiene que ver con el atractivo que la gastronómica puede tener para quienes por ella se decidan a visitarnos, es evidente que juegan un papel importante las estrellas Michelín que podamos poner en folletos y guías de promoción, pero el interés para quienes nos conocen se encuentra a años luz del que despiertan el pescaíto y la peculiar manera de freírlo (o espetarlo) en nuestra playas. Lo he podido comprobar en todos los lugares en los que hemos hablado de la oferta gastronómica de la Costa del Sol.
Por esa defensa de los productos y de la cocina de Málaga, la Asociación de Cocineros y Reposteros de Málaga y la Costa del Sol me hizo entrega el diez de agosto de dos mil nueve, en el Hotel Torrequebrada, de su Escudo de Oro y Brillantes por lo que hoy, al recordarlo, reitero el agradecimiento a los responsables de la junta directiva con los que aparezco en la fotografía junto al también premiado Adolfo Jaime, que tuvo durante muchos años un restaurante en el paseo marítimo de Levante que fue referencia inexcusable para quienes en Málaga tenían especial predilección por la cocina con inspiración en la tradicional de la tierra.
El pasado veintitrés de julio, quince meses después de la cogida que sufriera en la plaza mejicana de Aguascalientes, reapareció en la de Valencia el diestro José Tomás. La gravedad de aquella cogida y las imágenes en las que pudimos apreciar el lamentable estado de la enfermería (en contraste, por suerte, con la alta cualificación profesional de los médicos encargados de ella) convenció a todos los que de una manera u otra estábamos relacionados con el mundo del toro de la necesidad de poner los medios para que quienes protagonizan una actividad de tan alto riesgo puedan ser convenientemente atendidos en caso de necesitarlo. Por ello, nos preocupamos en la Diputación de conocer el estado de la enfermería de la Malagueta antes del inicio de la feria taurina de dos mil diez. En la visita, fuimos amablemente atendidos por el médico responsable de la misma, D. Juan Pedro de Luna, toda una institución en el tratamiento de los percances habituales en el transcurso de la lidia. Nos informó el doctor de que las condiciones del equipamiento sanitario eran aceptables, tanto por el número de profesionales que prestan servicio en él los días de espectáculo como por el material médico disponible. Pidió D. Juan Pedro que viésemos la posibilidad de atender una petición suya referida a la necesidad de una nueva mesa de operaciones para sustituir la de uno de los dos quirófanos de los que se dispone, al tiempo que agradecía la atención que por parte de la Diputación se había prestado siempre a todo lo relacionado con la enfermería de la plaza de toros.
Hoy hace un año de la visita y de la fotografía, en la que aparece el médico responsable de la enfermería explicando las instalaciones de uno de los quirófanos a los responsables institucionales de la plaza de toros, por la propiedad y por las competencias, y a los dos presidentes de la misma, Ana María Romero e Ildefonso Del Olmo. Ayer terminó el certamen de escuelas taurinas que prologa la feria taurina de Málaga y, próximo el inicio de ésta, sólo cabe desear que D. Juan Pedro de Luna pueda ver al completo todos los festejos del ciclo desde el correspondiente burladero.