miércoles, 13 de julio de 2011

Memorias de verano - XIII

No tengo dudas de que uno de los asuntos que más quebraderos de cabeza me proporcionó en el período en el que presidí la Diputación de Málaga fue todo lo relacionado con el tratamiento del urbanismo en la zona de La Axarquía. Me impliqué en la posible solución de un problema enquistado a sabiendas de que no se iba a entender mi actitud, sobre todo por quienes están siempre más interesados en opinar sobre todo aunque no sepan de nada. Tiempo habrá de reiterar una vez más las causas que desde siempre me llevaron a defender una salida semejante a la que hoy contempla la Junta de Andalucía. Sólo que ésta se hará con todos los parabienes de quien tiene la potestad de legislar y la mía fue durante años sólo una voz en el desierto.

Pues bien, esa implicación con mi tierra de naturaleza y con sus gobiernos locales me llevaron a la amistad con muchos de quienes en ellos ejercían. De ahí que resultase especialmente pesaroso ver salir de sus responsabilidades de la manera que no se merecían a quienes siempre mostraron entrega y lealtad a sus pueblos y a sus conciudadanos. De esas inquietudes sostenidas por Manolo Aranda fui testigo en muchas ocasiones, como cuando el trece de julio de dos mil cinco inauguramos un coqueto parque infantil en Canillas de Aceituno.

Hablé anteriormente del compromiso, por encima de las competencias formales, de los gobiernos provinciales que presidí con todo lo que tuviese que ver con favorecer el emprendimiento en nuestra provincia. No sólo por cumplir la competencia moral para cualquier institución pública de ofrecer las vías adecuadas a quienes se afanan por salir de la situación de desempleo o por no llegar a conocerla sino porque es la de nuestra Málaga tierra de oportunidades y encauzar las iniciativas que a millares surgen en ella es una tarea apasionante y la garantía de ganar el futuro con ideas, con coraje y con fundamento.

Tales argumentos justificaron el acuerdo alcanzado en su día entre la Diputación y la Universidad para colaborar, en el marco del Foro Provincial de la Cultura Emprendedora, en la convocatoria anual de los premios spin-off, dirigidos a grupos de investigación, profesores y alumnos de la UMA que presenten un proyecto empresarial que suponga innovación y diversificación del tejido empresarial y que esté física y fiscalmente ubicado en Málaga. Tal día como hoy del año pasado, en el Rectorado de la Universidad, entregamos los premios correspondientes a la convocatoria de dos mil diez.

Paso por ser ferviente defensor de la existencia y del papel de las diputaciones en el esquema administrativo actualmente en vigor en el Estado español, en una actitud que no ha faltado quien desprecie tachándola de corporativismo interesado. Bien, ya nadie podrá acusarme de ello y sigo manteniendo con idéntico vigor a como lo hacía hace unas semanas la necesidad de que, tal y como se contempla en la Constitución Española, exista un gobierno de la provincia y que la continuidad o no del mismo se aborde en un proceso de revisión integral del modelo político-administrativo del Estado. Aquí y ahora, dudo que sin una administración conocedora de la provincia, consciente de sus necesidades y cercana a los gobiernos locales se hubiese avanzado en la convergencia entre los municipios de Málaga tal y como en los últimos años se ha venido haciendo.

Viene esto a cuento de que el trece de julio de dos mil diez visité la localidad de Sedella, en la alta Axarquía, al pie de La Maroma. En un pueblo de algo más de seiscientos habitantes, comprobé el estado de las siguientes obras cofinanciadas por la Diputación: restaurante-museo de la gastronomía de La Axarquía, Casa de la Juventud, rehabilitación del antiguo lavadero, almacén-cochera municipal, construcción de consultorio médico, construcción de nueva casa-ayuntamiento y nuevo acceso por carretera a la localidad. En este último nos fotografiamos con Paco Gálvez, entonces Alcalde de la localidad.