martes, 12 de julio de 2011

Memorias de Verano - XII

Tuve presente durante los ochos años en los que presidí la Diputación de Málaga que los responsables de las instituciones públicas deben esforzarse en que las mismas sean advertidas por los ciudadanos no ya como algo cercano sino como un elemento más de su cotidianeidad y que ha de ser del conocimiento de su existencia, de su marco competencial y de su actuación de donde surja el criterio que les facilite la comprensión de las estructuras político-administrativas del sistema democrático y la capacidad de evaluar la actuación de quienes eligen para representarles en las diferentes instancias de gobierno.

A ese convencimiento, y como complemento a la acción de gobierno, respondieron los diversos programas que, en colaboración con ayuntamientos y colectivos sociales, desplazaron a la capital de la provincia a miles de malagueños que, además de conocer los lugares más emblemáticos de la ciudad, en casi todos los casos giraban visita a la sede de la Diputación, donde se les informaba de manera esquemática de sus funciones y de los servicios prestados a la ciudadanía, de los que muchos de los visitantes eran destinatarios sin tener conocimiento de ello. También fueron muchas las ocasiones en las que se recibieron a grupos de otras provincias e incluso comunidades autónomas, como estos escolares madrileños que visitaron la antigua sede de la Plaza de la Marina el doce de julio de dos mil cuatro. ¡Vaya pinta de “resueltos” que tienen esos dos que de manera tan desenfadada me escoltan!

La especial sensibilidad con la que se abordan hoy los asuntos que tienen que ver con la ordenación del territorio y con los usos del mismo hace que sea absolutamente imprescindible para cualquier municipio, sean cuales sean su tamaño y circunstancias, disponer de los instrumentos adecuados para cumplir esa necesidad. Consciente de ello, el gobierno de la Diputación convino en su día con la administración autonómica y con la mayor parte de los ayuntamientos de menos de diez mil habitantes de la provincia la puesta a disposición de los mismos de los nuevos Planes Generales de Ordenación Urbanística o de la adaptación a la Ley andaluza del planeamiento vigente. No ha sido una tarea fácil la tramitación de los documentos urbanísticos, por cuanto los sucesivos cambios en la legislación obligaron, a veces, a retrotraerse a fases anteriores en algunos casos en los que estaban muy avanzados los trabajos.

Una vez la tarea legislativa de la Comunidad Autónoma entró en fase de sosiego, el trabajo de la Oficina Provincial de Planeamiento alcanzó una velocidad de crucero que dio como consecuencia la aprobación definitiva de algunos PGOUs y la satisfacción de los responsables locales en casi todos los casos de los más de cuarenta municipios para los que de manera responsable y esforzada viene trabajando un equipo muy cualificado dirigido por María del Carmen Moreno. Con ella y el Diputado responsable de Fomento y Red Viaria, Cristóbal Guerrero, posan los alcaldes de Alameda, Alfarnate, Alfarnatejo, Alpandeire, Cútar, Fuente de Piedra y Villanueva del Trabuco después de que, tal día como hoy de hace un año, se les hiciera entrega de algunos de los documentos requeridos para alcanzar el objetivo de disponer del Plan General de Ordenación Urbanística de sus municipios.

Relaté en un episodio anterior de esta serie el acto organizado por la Fundación por la Capitalidad Cultural 2016 a fin de que se adhirieran al proyecto los municipios cabeceras de comarca. El doce de julio de dos mil diez, intactas todavía las esperanzas de que Málaga y por extensión toda la provincia resultasen beneficiadas por una nominación que viniese a reparar el hecho de que probablemente sea la nuestra la única ciudad de más de quinientos mil habitantes de toda la Unión Europea que nunca ha acogido un evento de repercusión internacional, en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento se informó de que a la comisión encargada de su valoración se había presentado un proyecto de capitalidad que, conocido una vez fue descartado en el primer corte de la selección, recibió muchas críticas negativas, justificadas en que sus contenidos no eran fiel reflejo ni de la realidad cultural de Málaga ni de las oportunidades que podían derivarse de una gestión moderna y eficiente del potencial disponible.