lunes, 15 de agosto de 2011

Memorias de Verano - XLVI

En ocasión anterior hice referencia a la vocación ferial de agosto. En el caso de Málaga, difícil es encontrar un día del mes en el que alguno de nuestros pueblos no esté de fiesta. Y en llegando al día quince, la geografía de las celebraciones es casi un continuo en el que las de una localidad se mezclan con las de al lado. Si será extremo el carácter festivo del ecuador del mes que de antiguo dicen los taurinos que el torero que no tenga un contrato para el quince de agosto “tiene todo el pescado vendido”. Lo que se puede extender perfectamente a cualquier otra profesión que tenga que ver con el mundo del espectáculo. Así pues, se entenderá que la memoria del día quince de agosto quede reducida a la de actos diversos en la feria de Málaga, con una introducción de referencia política. Raro es encontrar un ciudadano malagueño de criterio independiente que no defienda el período de Magdalena Álvarez al frente del Ministerio de Fomento como el más fructífero para nuestra provincia en lo que tiene que ver con infraestructuras, principalmente de transportes. Magdalena ha sido la única malagueña (de adopción, pero implicadísima con nuestra tierra) que ha pertenecido al Consejo de Ministros en los casi veintidós años de gobierno socialista en España. Cuando Magdalena entra a formar parte del Gobierno en dos mil cuatro, la Secretaria General del PSOE en Málaga era Marisa Bustinduy y lo sería hasta dos mil ocho, coincidiendo con el período en el que Magdalena inicia o programa la casi totalidad de las actuaciones que en su mandato se proyectan para nuestra provincia. Con tales premisas, no es difícil llegar a la conclusión de que el período en el que Marisa Bustinduy fue Secretaria General del PSOE en Málaga fue el más fructífero para nuestra provincia en materia de infraestructuras. Y quien piense lo contrario que plantee otro silogismo más razonable que el que acabo de exponer.

En varias ocasiones compartí con Magdalena y Marisa diversos actos de la Feria de Málaga, aunque casi todas las visitas de la Ministra tenían el mismo esquema: paseo por las calles del Centro por la mañana, entre multitudinarias muestras de afecto, y presencia en La Malagueta por las tardes, casi siempre siguiendo la corrida desde el burladero de la Diputación. El quince de agosto de dos mil cuatro nos fotografiaron justo antes de iniciar el recorrido por una Feria del Centro que todavía no mostraba los niveles de deterioro a los que ha llegado en años posteriores.

Durante años, la Diputación de Málaga vino ofreciendo dos recepciones en su antigua sede de la Acera de la Marina durante los días de la Feria de Málaga. En una de ellas se atendía a los alcaldes y concejales de nuestros pueblos y en la otra al resto de autoridades de la provincia. Conforme a las corrientes de opinión de este tiempo no se entendería aquella actuación, pero en aquel entonces no se hubiera entendido la contraria. Al igual que se veía con normalidad el hecho de que la Diputación tuviera su propia caseta de feria, delante mismo de la sede provincial. Hoy se juzgaría como despilfarro injustificable y clamorosa falta de austeridad que una institución pública mostrase su reconocimiento a las demás teniendo el detalle de invitar a sus representantes con motivo de fechas tan señaladas como son para toda la provincia las de la Feria de la capital. De todas formas, cuando aún la suerte nos sonreía y pensábamos estar en el más feliz de los mundos, me adelanté a lo porvenir y decidí que la feria de dos mil seis sería la última en la que se ofrecerían las recepciones a las autoridades y se mantendría la caseta de feria. Pues también fui criticado por la medida. Sobre todo por quienes tenían en la caseta, la única con aire acondicionado de todo el Centro, el refugio que les permitía no sucumbir a los rigores del verano malagueño.

Como la fotografía que sigue está fechada el quince de agosto de dos mil seis, corresponde a los momentos previos al inicio de la última recepción que en la feria la Diputación de Málaga ofreció a las autoridades de la provincia. Al igual que desde que se venía haciendo, el servicio corría por cuenta de los magníficos profesionales del Centro Cívico y siempre resultaba a satisfacción de todos. Con el Alcalde de Málaga, el entonces Comisario Provincial del Cuerpo Nacional de Policía y el poseedor de la V Llave de Oro del Cante esperaba la llegada del resto de invitados.

Hubo un tiempo no tan lejano en el que la escuela de periodismo para quien a él quería dedicarse era el periódico. De ese tiempo era Francisco Cortés, más conocido por su sobrenombre de “Pacurrón”. Cuando falleció en junio de dos mil siete, a los setenta y cuatro años, eran ya casi sesenta los que acumulaba de ejercicio de la profesión. Trabajó en diferentes medios antes de llegar en mil novecientos setenta y cinco a SUR y desde entonces compaginó el trabajo en el diario con el realizado para Radio Nacional de España y para la agencia de noticias EFE. Se ocupaba de la información deportiva, en ocasiones de la municipal, del costumbrismo de la ciudad, de lo que mandasen las circunstancias. Pero sobre todo, Pacurrón ejerció a título principal la información y la crítica taurina, por las que fue conocido en el mundo del toro de España y los países americanos en los que la lidia tiene tradición. Coincidí en varias ocasiones con él, y siempre en las reuniones del jurado del Estoque de Plata, del que hasta su fallecimiento formó parte. Tenía una conversación generosa y cargada de anécdotas, de manera especial del planeta taurino, pero también de todo lo relacionado con la ciudad de Málaga, pues los muchos años de ejercicio de la profesión le había proporcionado un amplio e interesante conocimiento de la misma. En sus conversaciones siempre dejaba ver la admiración extraordinaria que sentía por Antonio Ordóñez y por Curro Romero.

El quince de agosto de dos mil siete, en la primera feria taurina en la que después de varias décadas no estaba en el callejón de La Malagueta, la empresa de la plaza de toros, el medio de comunicación para el que trabajaba y la Diputación nos pusimos de acuerdo para llevar a cabo un sencillo acto de homenaje a Pacurrón en las instalaciones del Museo Taurino, entregándole a su viuda una placa recordatoria. Junto a Isabel, estuvieron presentes el director-gerente de Prensa Malagueña, Juan Soto, Francisco Rivera y Fernando Puche, por la empresa concesionaria de La Malagueta, y Miguel Sánchez, director del Museo Taurino.