Anda Izquierda Unida en estos días de campaña intentando reivindicarse como la única izquierda real, la transformadora, la pura y auténtica. Sus dirigentes, y con especial ímpetu su coordinador federal, se ufanan de una autoridad moral y política que les faculta para reclamar el voto de la izquierda, de toda la izquierda, incluyendo a los votantes del PSOE, por considerar que representan a la única formación política que concilia sus hechos con el discurso teórico.
Las de ahora son unas elecciones locales. Hay argumentos más que suficientes para dejar en evidencia la falta de consistencia de ese mensaje de la coalición con relación a cualquier ámbito territorial y administrativo, pero tratándose las de ahora de unas elecciones locales y escribiendo desde Málaga, no hay que indagar mucho ni en las hemerotecas ni en la memoria para darse cuenta de que Izquierda Unida no está muy sobrada de razones para arrogarse la coherencia ideológica y la fidelidad con los planteamientos estratégicos que proclaman como inspiradoras de su acción política.
Veamos: aunque repitan recurrentemente que en una provincia como Málaga, sacudida por los problemas urbanísticos, son la única fuerza política sin responsables locales imputados por delitos contra la ordenación del territorio, son dos los ex – alcaldes que cumplen condena de inhabilitación para el ejercicio de cargo público. Aunque proclamen que son la única formación política sin imputados en sus candidaturas, en una de ellas está imputada quien la encabeza.
Más aún: tras las elecciones locales de 2007, Izquierda Unida se alió en Mollina con el Partido Popular para imposibilitar que gobernara el PSOE, que había estado a cuatro votos de la mayoría absoluta, en Ardales accedió al gobierno merced a los votos de Falange Española y en Torrox pactó el gobierno con varias formaciones, entre ellas la del último alcalde franquista del municipio. En ambos casos se trataba de un pacto contra el PSOE.
Así pues, de lecciones de autenticidad y moralidad exclusivas, nada de nada. La tozudez de la realidad no ayuda mucho a que se les advierta como se pregonan. Que la prédica y el grano son cosas diferentes.
El 17 de mayo, a Villanueva de Tapia me llevó la invitación de Pedro Pacheco (hijo de quien con igual nombre y apellido fue alcalde del pueblo durante varios mandatos) para compartir con él una comparecencia en la televisión local.
El PSOE perdió el gobierno de Tapia tras las elecciones locales de 1999 cuando, a pesar de haber sido el partido más votado, un pacto entre Izquierda Unida y el Partido Popular llevó a Encarnación Páez a una Alcaldía que el próximo domingo pretende revalidar. Ya he dicho en alguna otra ocasión la inclinación que tiene la “izquierda real” a pactar con la derecha en la comarca de Antequera.
Aproveché la comparecencia ante la televisión para informar a la gente de Tapia de que, gracias a la implantación del Programa de Concertación, la Diputación reparte los recursos entre los pueblos de nuestra provincia en razón del número de habitantes de cada uno de ellos, sin que la pertenencia al gobierno provincial del alcalde o concejal de un municipio signifique privilegio alguno para éste.
Sólo con conocer la composición se evidencia que la candidatura socialista recoge las aspiraciones de una juventud inconformista que pide, de una parte, un cambio en la manera de hacer política desde el Ayuntamiento y, de otra, una acción de gobierno que plantee como objetivo prioritario la igualdad de oportunidades. Pedro es un joven templado, que ha aprovechado sus años en la oposición para conocer el Ayuntamiento y prepararse para gobernar si el día 22 sus paisanos así lo quieren.
De Villanueva de Tapia, a Igualeja. De la comparecencia en televisión, a repartir material publicitario puerta a puerta. Las campañas electorales exigen versatilidad a quienes en ellas participamos. Y no perder una sola ocasión de estar donde los compañeros te reclaman.
El Barrio de la Rosa es uno de los dos núcleos que conforman un pueblo cruzado por el río Genal, que nace en el límite mismo del casco urbano. Sus calles son estrechas y empinadas. Las recorrí con Juan Antonio, que aspira a la Alcaldía, y otros compañeros de la candidatura, entregando a cada vecino el Programa de Gobierno y los sobres con las papeletas de votación.
Terminé el reparto con la tendinitis del pie derecho soliviantada y una sobredosis de optimismo en las posibilidades de un partido que, como el PSOE, cuenta en cualquier rincón de nuestra geografía con gente como los jóvenes con los que ayer recorrí las calles de Igualeja. Un pueblo que soporta la actitud y el comportamiento caciquil de un alcalde del Partido Popular que, presuntamente, empadrona en el municipio a gente que nunca ha vivido en él o que ordena a operarios del Ayuntamiento que coloquen en la vía pública publicidad de su partido.
Los componentes de la candidatura socialista plantean las elecciones del próximo domingo como una posibilidad de emancipación para un pueblo cuyos vecinos temen significarse en posiciones discrepantes con las del equipo de gobierno, ante la segura discriminación que tal comportamiento les acarrearía. Juan Antonio y sus compañeros confían en merecer el día 22 el apoyo mayoritario de sus paisanos y puedo dar fe de las ganas que les asisten para superar un clima de confrontación que un pueblo de algo menos de mil habitantes no puede permitirse.
Para que Moclinejo conociera la plenitud de la democracia local fue necesaria una moción de censura (en los días previos al debate de la misma, hace algo más de trece años, estuve encerrado en el ayuntamiento, junto a los concejales que la suscribían, para forzar que el entonces alcalde cumpliera la ley y convocase el pleno) que permitió el acceso a la Alcaldía de Antonio López, que después recaudó la confianza mayoritaria de sus paisanos en las elecciones de 1999 y en las dos siguientes. Hace ya algunos meses que anunció que no sería candidato en las de 2011 y desde entonces ha puesto gran empeño en fortalecer la candidatura de María José Torres, una de las concejalas socialistas de este mandato.
María José asume un reto difícil puesto que Antonio deja la memoria de una etapa de gobierno fructífera para Moclinejo y su gente. Pero la segura nueva alcaldesa cuenta con experiencia, con la inestimable ayuda de Paco, José Manuel y Rocío, actuales compañeros en el equipo de gobierno y que volverán a serlo tras las elecciones, además de la del resto de compañeros de candidatura, con un ejemplo a seguir tanto en la relación con sus vecinos como con las administraciones a las que ha de requerir colaboración y con la seguridad que le presta el apoyo que desde hace meses recibe de sus paisanos.