sábado, 23 de julio de 2011

Memorias de Verano - XXIII

La Axarquía es uno de los territorios de España punteros en la actividad agrícola, tanto por la variedad de cultivos como por la calidad de los productos. Conjuga la doble realidad del secano y del regadío, por una parte, y de la tradición y la modernidad, de otra. Con excepciones, la Alta Axarquía es terreno apropiado para el secano tradicional: vid, almendros, olivos, etc., de complicados cuidados y escaso rendimiento económico. Por el contrario, la vega meridional es en un porcentaje importante la despensa de frutos subtropicales de muchos países de la Unión Europea. Pero lo cierto es que, siendo relevante la actividad en torno al sector terciario en la zona oriental de nuestra provincia, queda mucho por hacer para que aflore en su real dimensión todo el potencial que le da las condiciones climatológicas y las características de los suelos. Sin duda que ayudarían a unos mejores resultados en términos de rentabilidad y de empleo la disposición de una infraestructura de riegos suficiente y la innovación tecnológica en todo el proceso productivo.

A pesar del papel determinante que en la economía de la zona juega la actividad agrícola, pocos han sido los intentos de exponer la potencia de la misma y la evolución en términos de incorporación de cultivos y nuevos sistemas de producción. Ese hueco venía a cubrir la propuesta del Ayuntamiento de Algarrobo de celebrar anualmente Agroaxarquía, cuya tercera edición presenté con Enrique Rojas, Alcalde de la localidad, el veintitrés de julio de dos mil tres.

Por encima de la particular actitud respecto a las creencias religiosas, en el ejercicio de la responsabilidad de gobernar la Diputación siempre procuré encajar bien el papel de una institución pública en un Estado no confesional con el que ha de jugar como referente de una sociedad que sigue manteniendo vivo el apego a las tradiciones. En ese ánimo se enmarcaron unas relaciones, siempre presididas por la cordialidad, con algunas hermandades y cofradías de la provincia, con las que a veces establecimos pequeñas colaboraciones que en casi todos los casos tenían que ver con la publicación de libros, folletos o carteles de algunos de los actos organizados por aquéllas. La colaboración de mayor alcance, reiterada año tras año, se establecía con la Pontificia y Muy Antigua Cofradía de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto y María Santísima de los Desamparados de Vélez-Málaga, de la que la Diputación es Hermano Mayor Honorario. Alguna vez dije a sus amables directivos que, de ser creyente, mi cofradía sería la de los “Mamparaos”. Por afinidad con mi compromiso ideológico.

Hoy hace tres años que recibí a miembros de la Junta de Gobierno de otra de las Cofradía de Vélez-Málaga, la de los Estudiantes, que venían acompañados de María Salomé Arroyo, diputada provincial y poco después alcaldesa de la capital de la Axarquía. Acordamos en la reunión que la Diputación se haría con algunas de las carpetas que la Cofradía había editado con dibujos y poemas que, antes de su muerte, Joaquín Lobato les había cedido.

Afortunadamente, todo lo que tiene que ver con la cultura del olivo ha conocido un extraordinario auge en nuestra provincia en los últimos años. Si ya desde la fase de plantación y cultivo se observan avances notables, donde se ha evidenciado de manera más clara la progresión es en el proceso de obtención del aceite. Tanto muchas de las desde hace años existentes como otras nuevas almazaras basan su quehacer en criterios de calidad que llevan a que cada vez sean más apreciados sus aceites fuera de nuestras fronteras, tal y como lo pone de manifiesto los premios alcanzados por algunos de ellos en certámenes nacionales e internacionales. Hace diez años que la Diputación de Málaga convocó por vez primera el Concurso para premiar al mejor aceite de oliva virgen extra de nuestra provincia. Los primeros años, se otorgaban tres premios a otras tantas zonas olivareras: Axarquía, Antequera y Ronda-Valle del Guadalhorce. Después de varias ediciones se cambiaron los términos de la convocatoria y en lugar de a territorios se empezó a premiar modalidades: frutado medio y frutado intenso.

En todas las ocasiones han resultado premiados aceites de una calidad extraordinaria, como el producido por la almazara Bravoliva de Ardales, pero el primer puesto por reconocimientos recaudados corresponde a la SAT El Labrador, de Fuente de Piedra, que en la IX edición del Concurso, cuyos premios se entregaron tal día como hoy del año pasado, se adjudicó los dos previstos en la convocatoria.